Diario del Huila

“La muerte de un poeta”

Jul 17, 2021

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Mi hermano Ricardo González Triviño, ha compartido un texto que sin lugar a dudas, es un reconocimiento a la obra del insigne poeta huilense ARMANDO CERON CASTILLO, fallecido recientemente y dada la trascendencia de su valoración del ser y del poeta, nuestro pequeño homenaje a la memoria del amigo y admirado Armando Cerón, aquí reproduzco su texto:

“¿Cuánto dura el mañana? Pregunta Alexandro y Anna (el recuerdo de Anna) le responde: La eternidad y un día.

“Son las últimas imágenes de la película de Theo Angelopoulos. Es como si ese final, fuera nuevamente un comienzo que nos lleva a recorrer los espacios del a infancia, posteriormente los de la vida adulta para desencadenar en el desahucio del cuerpo que ya no resiste y que irremediablemente muere, aunque el mundo siga renovándose como un prisma de relucientes colores.

“Uno quisiera volver al pasado, caminar aquellas calles de la infancia, de la juventud y de la comarca lejana, pero eso es casi que imposible, irremediablemente imposible cuando uno ha decidido ser un exiliado y un forastero en tierras lejanas y donde el más mínimo detalle es prácticamente, un retorno a ese pasado: algunas veces maravilloso y otras dolorosamente nostálgico.

“Cierto día, así por la tarde, por una tarde calurosa de comienzos de julio, allá en el terruño, como quien va yendo desde la catedral, en una cantina, mi hermano Fernando me dijo: Mire, ese tipo que está sentado en aquella mesa, es el hermano del loco. Entre los libros que llevaba y que estaban junto a una botella de cerveza, había una caratula con la figura de Baudelaire, era una colección de Poemas.

“Posteriormente y en una vieja casona contigua al Metropolitano, como quien viene desde la Concha y encamina sus pasos a la plaza Santander, en la librería de un señor Iriarte, volví a encontrar el hermano del Loco Cerón, también cargaba bajo el brazo un libro de Dostoievski. Los hermanos Karamazov de quien recuerdo la figura de Iván, más que por haber leído la novela en ese tiempo, por las manifestaciones de Héctor, subrayando la personalidad de Iván, como la del intelectual europeo con capacidad de convicción y quien pone en duda la fe de los atormentados creyentes del cristianismo.

“Podría decirse que aquellos años de la juventud también fueron terribles, es decir los marcados por las décadas del 70 del Siglo pasado, toda vez que para mí Dios había muerto y todo estaba permitido, pero el sentimiento de culpabilidad por mis pecados y por los pecados de todo el mundo, me consumían como a veces, en los años de esta lúcida vejez, me atormentan.

“Hoy, después de tanto tiempo y en tierra lejana, al enterarme de la muerte de Armando Cerón, el hermano de Héctor “el loco” y quien también murió hace ya muchos años, proyecto mi recuerdo como una sombra que mientras uno viva, será inextinguible.

“No está dada para un mortal, la palabra INEXTINGUIBLE, pero es como una esperanza que se cierne de la certeza de la existencia mientras podamos recordar a aquellas personas que en determinado momento influyeron sobre uno y nos confrontaron con el conocimiento del mundo.

“Tampoco puedo decir que haya leído y retenido en la memoria los poemas de Armando Cerón, pero sí leí algunos publicados en la revista CUATROTABLAS y en las páginas literaria de un diario regional que circulaba por aquellas épocas. Y más que todo, porque la muerte de los demás, de los más cercanos nos conmueve hasta el extremo y como he dicho: mientras haya memoria y recuerdo, siempre perdurará en mí la familia del loco Héctor: de Adelita, la madre, de don Eloy, el padre, de Lalo y me parece que del recuerdo de un piloto que murió en el aeropuerto de la Jagua.

“Uno quisiera despojarse, como en efecto tendremos que despojarnos algún día, de la máscara: libre de cualquier sentimiento poético y ser un ser tan simple, tan sencillo, que, sin tenor de nada y sin temor de nadie, va en pos de la nada.

“Porque eso es lo que somos, porque eso es lo que seremos: Nada.

“Y no es que opte por una postura sapiencial, por una filosofía arcaica como la que tanto gustaba a Nietzsche, respecto de los griegos. Ya Sócrates y Platón, nos enseñaron a soportar la vida que algún día dejará el cuerpo y el alma también.

Esta tarde he caminado nuevamente por las calles de Lubina, después he bajado del poblado más cercano y donde nadie me esperaba, y me he tomado unos aguardientes del mezcal y he tratado de hablar con el tendero que es sordo.”

 

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