Diario del Huila

Desinformación: manipulación

Ago 31, 2024

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Por: Amadeo González Triviño

No nos cabe la más mínima duda de que uno de los fenómenos que día a día socaba nuestra precaria democracia y sobre todo la posibilidad de encontrar caminos de convivencia pacífica y la reformulación de las políticas y de las practicas ciudadanas, es sin lugar a dudas, la forma como los medios de comunicación y las redes sociales se han encargado de generar la desconfianza de las instituciones, del gobierno y de la confianza entre unos y otros, en el tratamiento de las relaciones humanas propias del ser del siglo veintiuno.

Esa desinformación está orquestada por la forma como los grupos de oposición, e incluso los que tienen el poder mismo, sin prever las consecuencias de sus dichos y de sus actos, sobredimensionan en forma amarillista, los hechos o circunstancias que son fiel reflejo de una forma de ocultar o tergiversar la realidad y actuar de espaldas al mundo que vivimos. Tarea esta orquestada por nuestros dirigentes desde vieja data y que se ha enquistado en cada uno de los poros de la sociedad, aunado al síndrome aberrante de la corrupción, que lo enloda todo, que lo contamina todo y que lucha en una confrontación generalizada por entorpecer a toda costa, cualquier atisbo de política de contenido social que se pretenda sacar adelante y o de reconocer las calidades o cualidades del otro o de los otros.

Este simple hecho que descuartiza la democracia y que hace parte de una forma de polarización peligrosa que estamos viviendo en los actuales momentos en todo el territorio nacional, llega en determinados momentos a ser epicentro desde la misma institucionalidad, cuando por ese afán de enquistarse en el poder o en el cuarto de hora que les ha llegado con el mandato de un determinado candidato pasan por alto el sentido de pertenencia y la solidaridad por encontrar y hacer eco de la necesidad de desarrollar y entregar todo cuanto sea necesario y posible por dar lo mejor de sí, en la construcción de la nueva sociedad que todos abrigamos encontrar algún día.

Las redes sociales, que hacen parte de un mecanismo que podríamos llamar a servir de puentes de comunicación y de acercamiento de unos y de otros, se ha despersonalizado de tal forma que se han convertido en un instrumento con el que se ha cosificado al ser humano, se ha desprovisto de su esencia y trascendencia en el ente espiritual que lleva dentro, para utilizarlo y ubicarlo bajo la premisa de la manipulación y del enquistamiento en ser propulsor y difusor de mentiras, de circunstancias y hechos ajenos a la realidad, y con lo cual, con la presunción de autenticidad que se le da a sus dichos, se busca auspiciar la incertidumbre y la desazón, tan propias de quienes en la vida, han renunciado a la posibilidad de leer y de construir una identidad propia, una fundamentación de su propia existencia.

Desinformar y manipular son hoy por hoy los grandes enemigos de la democracia. Son la forma más certera de conducirnos como rebaños hacia el precipicio, o como decía algún líder en su momento, de propiciar la gran hecatombe sobre la cual, se pueda liderar y manejar como borregos y como seres sin sentido a quienes nos rodean o hacen parte al coro menesteroso de las incertidumbres que nos regala el diario vivir en una sociedad en crisis, polarizada por las ideologías precarias a  las que muchos se aferran, sin medir las consecuencias y las formas de entender y buscar una salida a sus propias angustias en medio de la desesperanza que nos generan permanentemente.

El consenso, la necesidad de verificar los hechos, de obtener certeza de que actuamos conforme a propósitos nobles y de contenido social, predicados a partir del reconocimiento del otro en la búsqueda de soluciones que nos permitan convivir en forma pacífica y hacia la construcción del hombre del nuevo milenio, son y deben ser los argumentos mínimos sobre los cuales convoquemos a nuestros lectores y a nuestros amigos y conocidos, para que mediante la reflexión y el análisis en contexto de la realidad, hagamos posible lo imposible y rescatemos de la barbarie de la sinrazón, el poco tiempo que nos queda de vida en sociedad, es hora de pensar que todos podemos estar al servicio de todos, que no somos una ínsula perdida en el infinito de las indiferencias y que aprovecharnos del otro o manipularlo, es una forma de desconocer nuestra esencia como seres humanos.

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