Por: Ernesto Cardozo.
Las próximas elecciones del año 2026 presentan un panorama esencialmente diferente a todas las anteriores, no solamente para las legislativas de marzo si no también para las presidenciales de mayo y junio.
Uno de los factores, si no el principal, lo constituye el hecho de que serán presididas por un gobierno de talante diferente a todos los anteriores, en donde la confrontación ideológica ha trascendido más allá de los intereses partidistas y se acentuará a medida que se acerquen las fechas respectivas. Ya es indiscutible el propósito del gobierno Petro en buscar una consolidación de su proyecto político hacia las elecciones de marzo y las presidenciales; proyecto para el cual busca la unificación de los partidos de su coalición actual del llamado Pacto Histórico, con el fin de asegurar su presencia decisoria en las decisiones legislativas del próximo congreso y la posibilidad de que uno de los suyos mantenga el poder presidencial.
La reciente encuesta de Invamer muestra que el apoyo ciudadano al presidente mantiene una consistente caída, hecho que seguramente habrá de ser analizado al interior de su coalición de partidos agrupados en el Pacto Histórico, análisis que determinará ajustes a su estrategia, pues le quedan dos años para finalizar su período constitucional.
Al respecto, existe un hecho que podría cambiar radicalmente dicha tendencia, el cual se avizora en dos sentidos confluyentes. El primero, la permanencia del dictador Maduro en Venezuela, el cual le facilitaría la firma de los acuerdos de Paz Total con el ELN y las Disidencias FARC; acuerdo que sin duda alguna pasaría por la condición de convocar una Constituyente sin el trámite previo por el Congreso, escenario en el cual el debate político e ideológico tomaría un giro radical. El segundo, que se observa también con alta dosis de incidencia; es el cansancio, la fatiga y el desgaste ciudadano con los partidos de derecha y de centro derecha; acumulado por tantos años de ejercer el poder sin solucionar eficazmente los graves y crecientes problemas sociales, pero especialmente por tanto escándalo de corrupción que sin duda compromete a tales partidos, sensación que ahora será estimulada desde el gobierno, pues éste tendrá dos organismos fundamentales para dicho propósito estratégico, como son la Fiscalía; y la Procuraduría que seguramente será Petrista a partir de Enero/25, pues desde allí se ejerce una indiscutible presión mediática y política hacia la opinión y los gobiernos territoriales.
La confluencia se observa por otra parte en que desde la orilla ideológica contraria, es decir desde la derecha y centro derecha, no se perciben figuras destacadas que hayan salido o puedan salir a conquistar las mayorías ciudadanas, circunstancia que no obstante ser también visible en el petrismo, éste tiene las ventajas relativas de tener en el poder a un gran agitador como es sin duda el presidente, en un régimen presidencialista tan fuerte apoyado en diversas estructuras de base popular extendidas y fortalecidas en todas las regiones.
Desde luego como la política es tan dinámica, la derecha y centro derecha tiene la oportunidad de aglutinarse bajo el liderazgo de un candidato que sea capaz de consolidar acuerdos y enfrentar con decisión y eficacia, un debate ideológico donde conquiste no solamente a las precarias militancias partidistas, si no también y en gran medida, el voto de opinión que sería determinante en un escenario electoral de tal naturaleza.
Por otra parte, si la comunidad internacional, a pesar de la presión geoestratégica que hoy favorece a Maduro, logra su pronta salida del poder en Venezuela, el escenario del presidente Petro se vería muy comprometido y con muy poca capacidad de respuesta, dado que un nuevo gobierno antichavista en el vecino país le quitaría el eventual protagonismo a la paz total y de contera sepultaría cualquier opción de constituyente.
En estas circunstancias es evidente que los próximos meses van a ser definitivos para decantar las diversas opciones que hoy se observan en el escenario electoral del 2026. Lo que si es un hecho cierto, en la conocida condición de lo impredecible que caracteriza a la política, es que el partidor a quedado abierto y ya empezaremos a ver quiénes serán los protagonistas.
