Por: Amadeo Gonzalez Triviño
Cien años después de su nacimiento, el poeta LUIS ERNESTO LUNA SUAREZ, sigue construyendo ese itinerario de vida, de silencio, de amor y de eternidad en sus versos. Ahora evoco en estas notas su cercanía y su amistad, volviendo los ojos a ese ayer, hace cien años en el que nacía en Garzón Huila, un 21 de noviembre de 1924, un poeta. Un señor Poeta.
Al hacerse publicación de su obra póstuma “Ananké, en la vida y obra del poeta Luis Ernesto Luna Suárez.”, gracias al empeño y dedicación de sus hijos Bertha Eugenia, María Teresa y Edgar Luna Álvarez, encontramos como el Profesor emérito de la Universidad Nacional de Colombia, Horacio Torres Sánchez, advierte en el prólogo de la primera edición, que Luis Ernesto Luna Suárez, “Como poeta, escribió sonetos de gran belleza literaria, con un proceso de acercamiento a la realidad, que parte del sentimiento particular en el que describe con maravillosa estética sus pueblos, el Agrado, Garzón, Neiva, para luego abordar aspectos generales, viajando en su fantasía por el Viejo Continente, recorriendo Francia, España, Portugal, en los versos de sus poetas favoritos y en su política, para regresar de nuevo al sentimiento particular. Sus poemas reflejan con naturalidad sus anhelos y experiencias acerca del amor, la naturaleza, la vida, los sueños, la política los conflictos existenciales, la familia y Dios entre muchos otros temas.”
Recorriendo su obra, cómo pasar por alto sus versos, su obra y la dimensión que no fue única para su momento, sino que cobra un espacio en la eternidad de la literatura universal.
Poesía y narrativa que fue estructurando el poeta para sí, para su vida y para sus sueños, su infancia, su adolescencia y su conquista del mundo, y en Ananké, establecer un precepto filosófico y poético que cuestiona la razón de ser de la existencia y del mundo que le ha correspondido vivir.
Recordamos y es interesante saber que la obra del maestro LUIS ERNESTO LUNA SUAREZ, fue reconocida por otro grande de la literatura colombiana, que en su momento guardó trascendencia e importancia para nuestro quehacer literario, como fue su cercanía con el movimiento literario de los “nadaistas” y especialmente de su amistad personal con el Gonzalo Arango, en lo que propició su visita al Huila y fue un gran aliciente dentro del naciente movimiento poético huilense conocidos como los PAPELIPOLAS, por los años 1960 con insignes escritores huilenses.
En esta ocasión, quiero recurrir a sus propias palabras, a su voz poética, cuando advierte y canta:
“Eran los días sin horas/ los días de la infancia/ Días azules de claridad gozosa.
/Días que caían sobre el mundo/como una caricia desparramada por los pájaros.
/Días como los de viaje por un cuento de colores.”
Y en su obra Ananké: “Preguntaré por Dios…/¡Oh, Dios…/ ¡Dios es una noción de amor para sentirse hombre!/ …una noción de inteligencia que posee amor!/ Una noción que en mí se revela/ Una noción que en mí se resuelve/ ¡Una noción que en mí se prolonga!/ …porque hay caminos en los que siempre/ estaremos perdidos…”