Por: Luis Alfonso Albarracín
La mayoría de la sociedad colombiana se encuentra totalmente desconcertada por la ingobernabilidad que presenta el país por el incremento de hechos violentos que están generando un caos y una anarquía en algunas ciudades. En Colombia, existe una incertidumbre porque no se vislumbra una luz al final del túnel donde se terminen estas tragedias, por un lado, la sanitaria provocada por la pandemia del Covid y por el otro, por la violencia provocada por el vandalismo irracional, que se generó inicialmente por la presentación de la Reforma Tributaria.
Estas acciones irracionales y demenciales están desdibujado los objetivos de las protestas sociales. Es muy preocupante el incremento de estos actos vandálicos en las principales ciudades del país. Inclusive en capitales se están presentando bloqueos urbanos que impiden la movilización ciudadana y que son aprovechados en horas nocturnas para desbordar todo su frenesí, para arremeter contra las propiedades privadas y la infraestructura de estas localidades.
Así como vamos, el país se les está saliendo del control a las autoridades gubernamentales. Falta autoridad y decisión para poder contrarrestar esta violencia que cada vez está creciendo y que están desbordando la capacidad de respuesta de la Fuerza Pública. Las limitaciones que les han impuesto los fallos judiciales por parte de los Organismos de Control les impiden cumplir con la misión Constitucional de proteger a la población civil que se encuentra inerme en medio de este conflicto urbano.
Si este ambiente de violencia no se detiene, estaremos ad-portas de que sucedan hechos imprevisibles en la vida republicana de nuestra Nación. Estamos viviendo momentos muy difíciles. No quiero desde esta tribuna generar pánico. Pero los hechos acaecidos en otros países están demostrando las bases para generar futuras transformaciones en el futuro político de nuestro país, mientras la destrucción progresiva continúe y siga con su poder demoledor, amenazando a las instituciones democráticas del país.
Otro ingrediente que se le suma a esta crisis social y económica, son los bloqueos permanentes en las principales vías del país, por parte de camioneros (aunque ya levantaron el paro), indígenas y otras organizaciones comunitarias, que están provocando un progresivo desabastecimiento de alimentos, bienes y servicios esenciales. Es loable la actitud de todos los gobernadores y alcaldes del país, que se han reunido con los organizadores del Paro para permitir cordones humanitarios, que conduzcan el paso de estos bienes y los insumos médicos para atender la emergencia sanitaria que estamos viviendo por la pandemia del Covid.
Mientras ocurre lo anterior, hay necesidad de lograr acuerdos con todos los actores que están participando en estas protestas para buscar una salida civilizada y evitar este desangre que se vive actualmente y por consiguiente la semi parálisis de algunas actividades económicas, que por ende generan la pérdida de miles de empleos. Es incierto el panorama.