DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Guillermo Galindo
Artista visual, nacido en Gachetá, Cundinamarca, llegó a Neiva hace 30 años vinculado a la Policía como retratista. Hoy, se dedica a enseñar, a dibujar rostros y la naturaleza de la tierra que lo cautivó.
Guillermo Martín Moreno es un hombre de tez blanca, de hablar pausado y comportamiento tranquilo. Nació en Gachetá, Cundinamarca, hace 56 años. De ellos, lleva 30 años en el Huila, tierra de la que se enamoró para quedarse.
Es egresado de la CUN, como diseñador gráfico. Se inició en la pintura a lápiz y luego trabajó con profesores locales, en talleres, para perfeccionar las técnicas de pintura al óleo.
Tiene dos hijas, ambas huilenses, destaca con orgullo. Y resalta que “quiero mucho esta tierra opita por los paisajes y porque me ha dado la oportunidad de crecer como artista”.
Los inicios en las bellas artes
Martín Moreno llegó al departamento a trabajar con la Policía, a hacer retratos hablados a lápiz.
“Así fui creciendo como dibujante porque todos los días había que hacer esa clase de apoyos técnicos para esclarecer delitos. Laboré en eso hasta el año 2006, cuando me retiré por la jubilación. Luego llegarían otras oportunidades artísticas”, afirma.
De su natal Gachetá tiene hermosos recuerdos. Es un pueblo de Cundinamarca que tiene una similitud de clima con muchos del Huila, especialmente del sur, como Pitalito, Isnos y San Agustín. Sobre todo, con paisajes hermosísimos. “Por eso, aquí me he sentido como en casa”, señala y ríe.
Sobre su arte, manifiesta que los profesores siempre le decían que estudiara bellas artes, en la actualidad artes visuales, enterados de la facilidad que tenía para esa profesión y manualidad.
“En mis comienzos estaba todo el tiempo dibujando y ayudándole a los compañeros con carteleras y dibujos. Artística era la mejor materia para mí, una pasión. Tener en mis manos colores y témperas eran uno de los regalos más bonitos que me podían hacer”, asegura, con visible emoción.
Ha sido paisajista de siempre, pero también le ha gustado hacer rostros, retratos a lápiz porque le ha gustado pintar lo que ve y en el Huila las posibilidades son infinitas, expresa, agradecido.
Su padre era comerciante de café y su madre ama de casa. Fue ella quien más lo estimuló a seguir sus sueños, elogiando sus primeros dibujos. También, sus hermanas, varias hoy docentes.
“Creo que el apoyo de mi familia como de mis amigos y compañeros fue fundamental en mi futuro porque creían en lo que hacía y eso me alentó a hacer en la vida lo que más amaba, ser pintor”, dice.
La pintura al óleo la inició en el año 1995. “Empecé a estudiar en talleres con algunos pintores de acá, siempre con la ilusión de aprender. Aprovechaba las vacaciones o mis tiempos libres para estudiar y pintar porque la clave es la práctica, es fundamental”, sostiene.
Como docente comparte con jóvenes a los cuales les he enseñado a hacer rostros, cómo se hace un retrato y otros temas de las artes visuales.
“Hay jóvenes talentos, pero falta apoyo. Muchos se pierden por esa falla. Los pocos que se pueden ubicar lo hacen en la Policía, en el Ejército o en Tránsito, donde los requieren como los dibujantes perfiladores. Se pierden los procesos por estas circunstancias. Da pesar”, dice.
La docencia la ejerce en tres escenarios: en el Instituto técnico Global, en la CUN y en cursos particulares. Dicta además cursos particulares a personas, jóvenes y niños “porque en esta hermosa profesión, afición u oficio se puede empezar a cualquier edad”.
“En el caso de los mayores se puede tomar como una terapia. Así como las matemáticas se aprende resolviendo ejercicios a quienes les gusta, lo mismo es pintar, es algo muy atractivo y estimulante para la salud mental y la tranquilidad espiritual”.
Sobre las ventas cuenta que es un afortunado con lo que le han dado sus dibujos y cuadros. Ha vendido constantemente con valores entre los 2 y los 5 millones de pesos, aunque, claro, también hay de menos valor.
Para los contactos lo pueden ubicar por correo guillermomartinmoreno@hotmail.com o en Facebook como Guillermo Martín Moreno. Su taller está ubicado en el conjunto San Silvestre.
Cree en Dios, se encomienda todos los días a Él. “Todos los días le doy gracias por la vida y por las oportunidades que he tenido, por mi familia, por todo lo que me ha dado. Soy bastante creyente, de familia católica”, explica.
Pintar con amor
A quienes se deciden por pintar les dice que hay que ponerle mucha fe porque la gente a veces no tiene la convicción que tienen el talento y que pueden vender sus obras.
“La clave está en ponerle pasión. La calidad también tiene mucho que ver para que los cuadros se vendan. La invitación es a que haya convicción en la labor pues el arte puede dar satisfacciones personales y resultados económicos”, asegura, convencido.