Carlos Yepes A.
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El desarrollo de la actual contienda electoral nos debe invitar a reflexionar y a contestar la siguiente pregunta: ¿Hacia dónde vamos? Al parecer gane quien gane la presidencia de la república, el gobernar va a resultar ser una tarea de titanes, ningún perdedor seguramente dejará tranquilo a su antiguo contendor, tratarán de opacar su gestión a como de lugar, cueste lo que cueste y de esta manera el futuro del país se torna realmente preocupante.
Nuestra amada patria está sumida en una verdadera encrucijada, el tema económico que se presenta hoy con un elevado costo de vida, está poniendo en jaque al equipo económico de gobierno; la disputa por la primera magistratura ha pasado de propuestas a insultos y se quedó enfrascada en una contienda ideológica entre derecha, centro e izquierda; la inseguridad pasó a un segundo plano, hoy la supera la criminalidad organizada que ejerce pleno dominio territorial en importantes regiones del país.
En materia económica el elevado costo de vida no da tregua, los datos anuales muestran una fuerte escalada desde mayo del 2021, el Dane reveló recientemente que en abril la tasa anual había llegado a 9.23% impulsada por el costo de los alimentos. Lo que dejan ver estos datos es que 97,8% de la población ya perdió el aumento en el salario mínimo en los primeros cuatro meses, por cuenta del alto costo de vida.
Para el caso de los hogares de clase media, que representan poco menos de un tercio de la población, la inflación ya se consumió el incremento del salario mínimo que está en $1 millón y aumentó 10,07% para este año. Eduardo Lora, exdirector de Fedesarrollo considera que esto pone en riesgo a esta clase social de caer en la vulnerabilidad.
“El Gobierno debe continuar las transferencias monetarias directas que van a reducir el impacto en ese más de 70% de la población que vive con menos de un mínimo y a quienes la inflación de alimentos más les afecta. De esta forma, aquellos que están en el borde inferior de la clase media no degradan su condición de vida cayendo a la vulnerabilidad”, recalca el profesor Lora.
Por el lado político cabe indagar desde ahora ¿Cómo vamos a reconciliar al país después de esta contienda electoral tan incendiada? Las posturas ideológicas y la marcada descalificación por ser de derecha, izquierda o de centro se han convertido, por encima de las propuestas y el análisis de los grandes problemas y necesidades del país, en el centro del debate. No hemos superado lo político, se hace imperativo reorientar la contienda hacia los verdaderos temas sensibles de este país y hacia la manera que nos proponen solucionarlos, nos han llevado a una polarización absurda que incluso afecta tristemente lazos familiares y de amistad, por posturas que incomodan entre sí. ¡Hasta dónde nos han hecho llegar!
Y para rematar Colombia está entrando en un tenebroso sendero de guerra nuevamente, en Cali el candidato vicepresidencial Ceferino Mosquera, fórmula de Luis Pérez, afirmó recientemente en un debate que “Ucrania y Rusia están en guerra y más muertos producimos nosotros en Colombia que estamos en paz”, lo dijo todo.
El poder económico, el poder territorial, el poder militar y el poder político, entre otros, están en juego, en medio estamos nosotros dueños de nada pero partícipes en todo, víctimas de todos los excesos de estos poderes pero incapaces de poder incidir en sus cambios significativos, nos convirtieron en una masa inerme, manipulable, dependiente y expectante de cualquier migaja o ayuda que llegue algún día para poder cambiar nuestras vidas. Lo cierto es que la realidad de Colombia la describe hoy muy bien un dicho de los abuelos: Por cualquier lado que se mire la morcilla…ésta siempre será negra!