DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Guillermo Galindo M
Álvaro Gasca Coronado, maestro en arte dramático de la Universidad Nacional de Colombia, fundador de la licenciatura de Arte Escénico de las escuelas de formación artísticas del departamento del Huila y director de la Corporación Casa Teatro y del Festival Internacional de Narradores de Historias; “Viva la Palabra Viva”, cuenta sobre sus inicios y su vocación por el teatro y el arte.
Álvaro Gasca Coronado, tiene sus primeros recuerdos sobre el teatro y la actuación en su natal Iquira, la ciudad luz del Huila, “es un pueblo lleno de historias y de leyendas que la familia fue heredando, en donde mis tíos y familiares representaban los acontecimientos de las fechas especiales en vivo. La semana santa, las fiestas patronales y las navidades se realizaban en vivo con actores de carne y hueso”, relata Gasca.
Eso ocurrió cuando era apenas un estudiante de primaria, luego por razones de la violencia de los años 50, se convirtieron en desplazados al emigrar a Neiva, para buscar nuevos horizontes y formas de vida, pero el joven Gasca, no dejaba de ir para las vacaciones a su pueblo.
“Aquí donde usted me ve, yo era el niño más bonito del pueblo y mi mamá me prestaba para hacer de niño Dios”, dice entre risas.
La familia de su mamá, Edelmira Coronado, ya fallecida, eran los del teatro, porque los únicos Gasca en Iquira eran su papá y él. Los padres se conocieron en Iquira, de donde era oriunda ella, don Esteban era del Caquetá y había ido a trabajar a Iquira.
Al llegar a Neiva, Álvaro tuvo la fortuna de estudiar en un colegio pequeño en el barrio Cándido, donde su profesor de apellido Santos, le daba relevancia, afortunadamente, al tema cultural, a la danza, a la declamación, a la pintura, de tal manera que su primaria fue un contacto permanente con el arte.
Llegó luego al colegio Claretiano y al Instituto Técnico en donde siempre hubo grupos de teatro y siguió su vocación.
De esos tiempos ya hace 50 años. En el 72, estando Álvaro muy joven, llegó al barrio, Gustavo Ramírez, que había hecho teatro en ‘La Mama’ de Bogotá. Le propuso hacer teatro y comenzaron a ensayar en el colegio Claretiano que tenía un salón muy grande.
Junto a ellos nace todo un movimiento que se origina en todos los colegios que tienen grupos de teatro, aparece la música protesta, nacen las grandes semanas culturales en la ciudad.
Después de este paso, con Hugo Tamayo en el Instituto Huilense de Cultura, montan una obra de teatro que se presentaba en La Candelaria de Bogotá, “La ciudad dorada”, que hablaba de las migraciones, tema que conocían y manejaban como quiera que lo habían vivido en carne propia.
La Corporación Colombiana de Teatro los ubicó en la regional occidental, les tocó entonces ir a Cali en donde conocieron a Enrique Buenaventura. Los adoptaron y pasaron a participar en el Festival Nacional en Bogotá.
Ya con esa experiencia, Guillermo Liévano que era enamorado de la cultura, trajo la obra ‘Guadalupe Salcedo’, en el año 50 del teatro La Candelaria, sobre la violencia en el Llano.
“Nos trajeron los pasajes al festival nacional y tuvimos un taller con Santiago García sobre el montaje de la obra, que era una construcción colectiva, era la primera experiencia del teatro colombiano en ese sentido; como también por la migración llegaba la gente al barrio Policarpa en la capital”, recuerda Gasca.
Trae a anécdota que los del teatro La Candelaria en el festival se la pasaban detrás de ellos por la curiosidad que les causaba que unos niños de colegio representaban su obra.
Con toda esa experiencia, al terminar el bachillerato Álvaro Gasca se presentó a la Universidad Nacional a la carrera de Arquitectura, en donde pasó, y a la par ingresó en la Escuela Nacional de Arte Dramático que tenía convenio con la Nacional. “Al final, después de un paro de cerca de diez meses en la universidad no volví a Arquitectura y me quedé con la Licenciatura en Arte Dramático”, cuenta Gasca.
“Tenía todo listo para ingresar al teatro La Candelaria, me llama Guillermo Liévano, me propone crear la compañía departamental de teatro, le propuse más bien crear la licenciatura en arte escénico y en una lucha de varios años fundamos la Escuela Superior de Artes de Neiva”, manifiesta el gestor cultural.
“Comenzaron a surgir los grupos de teatro, en el caso nuestro, el teatro imagen, y surgen otros que todavía permanecen, Guadajira, grupo Tablados, el proyecto de Alfonso Orozco en la Surcolombiana. Son los años 80 y en los 90 nacen las salas independientes que mantenían una vida cultural en la ciudad”, cuenta Álvaro.
Casa Teatro se convierte en punto de presentación para los alternativos como los roqueros y esto se convierte en la muestra de música alternativa en el festival, según indica Gasca.
Una anécdota la vive con el ‘papi Tovar’, que le dice, “eso de la guitarra eléctrica en el festival no está bien porque no es de nosotros. A lo que le responde, pero la guitarra española tampoco es de nosotros. El maestro solo atinó decir, pues sí mijito”.
“Lo bonito del teatro es que mientras uno se acuerde permanece, si me acuerdo existo”, dice Gasca, que ahora trabaja en convenios a través de Casa Teatro que desde el año 2016 se trasladaron para la vereda El Centro, en donde tienen un sitio para eventos. Se involucran ahora en una especie de turismo cultural.
El ‘Festival Viva la palabra viva’, lo transformaron en tres galas; una noche con cuentos del mundo, otros cuentos de amor y una tercera con cuentos de espantos y aparecidos. Esto, posterior a la fase de los colegios que se mantiene en la ciudad, concluye.