En la mayoría de los municipios del país, se han conformado durante décadas algunas bandas delincuenciales para dedicarse al robo y enajenación de predios urbanos y rurales, aprovechando las necesidades de la población para acceder a una vivienda. Todos conocemos que el Estado ha sido impotente para satisfacer la demanda habitacional. A través de los medios de comunicación, se observan imágenes desgarradoras, cuando las autoridades toman la decisión de recuperar los terrenos que han sido invadidos de manera ilegal, a través de engaños y triquiñuelas de estas organizaciones criminales, que se aprovechan de algunos sectores más vulnerables.
Tal es el caso de las imágenes publicadas en las redes sociales y en los medios de comunicación, por el desalojo por las autoridades del municipio de Acevedo, producen dolor y rabia. La indefensión en sus rostros refleja la cruda realidad y la dura situación por la que deben pasar en esa historia sin fin de no contar con un techo digno y propio, para albergar a sus familias. Un drama que se repite y no logran solucionar las metas que se imponen los gobiernos para reducir el déficit habitacional en los municipios del país, que, si bien ha bajado en términos porcentuales, aún sigue estando por encima de las unidades habitacionales que satisfagan la demanda creciente de nuevas viviendas.
Una vez cumplida la orden judicial, el drama humano de las familias desalojadas, se conjuga con el abandono de los animales domésticos, que han quedado a la intemperie sin que existan personas e instituciones generosas para recogerlos y brindarles un hogar digno para éstos. Además, se corre el riesgo de ocasionar contagios de enfermedades caninas u otras, porque en muchas ocasiones, no se encuentran vacunados.
Nunca la sociedad había sido tan consciente del respeto que merecen los animales. De acuerdo con las cifras del Instituto de Protección y Bienestar Animal, y de las organizaciones defensoras, muchos perros y gatos son maltratados a diario por estos lares. Pero, aun cuando la Corte Constitucional determinó que los animales no son sujetos de derechos, cada vez hay más personas comprometidas en la denuncia del abandono y muchas veces de la crueldad a que son sometidos. Aun así, falta educar en las normas. Falta compasión. El respeto a la vida y la cultura que los protege tienen que ser integrales.
La invitación para toda la sociedad huilense para que adoptemos un animal doméstico, o en su defecto, apoyemos a las autoridades para buscarles un refugio adecuado y digno para ellos. La mayoría de las razas, proporcionan compañía, seguridad, protección, contribuyen a desarrollar numerosas tareas domésticas y se convierten en un miembro nuevo de la familia, por su fidelidad y apego a los integrantes de los hogares. Son generadores de la integración familiar.
