Por: Álvaro Hernando Cardona González
En el semanario de Portafolio (31 octubre de 2023) se publicó un artículo que ha pasado desapercibido en el Huila, titulado ‘El maíz puede dar el salto a cultivo rentable’. Que prácticamente recoge una entrevista que se le hace al científico opita y presidente de la compañía SalusMundi, Luis Orlando Castro (Ph.D en ciencias de la U. NY y en biofisica con estudios de posdoctorado en Genética Microbiológica).
En dicha publicación y a manera de contexto se citan cifras del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural: mientras en el “2022 Colombia importó 6,1 millones de toneladas de maíz amarillo, apenas produjo 1,2 millones de toneladas. En soya y torta de soya, en el mismo año, se compraron casi 500 mil toneladas y se produjeron 142 mil toneladas”. Y agregó que que “en conjunto las importaciones de soya, torta y maíz, son el 55% de las importaciones de alimentos”. Por su peso en la dieta alimenticia y para el procesamiento de alimentos humanos y animal, urge que el país busque ser autosostenible en estos y otros renglones del sector primario.
Por lo anterior, es clave recuperar suelos y cuerpos de agua, sin afectarlos con químicos, y mejorar su productividad. Y eso es lo que está haciendo nuestro paisano ya en otros lares de Colombia luego de hacerlo en México, otros países latinoamericanos. Investigando y produciendo bio-abonos, líquidos y sólidos, que resultaron ser mucho más eficiente que los químicos. Por ejemplo, “si en una plantación de palma africana se usan 50 o 70 toneladas de químicos por hectárea”, con esta tecnología “se usarán máximo 4 toneladas”. Y recientemente en el Valle del Cauca, han logrado pasar de 4 a 10 toneladas de producción de maíz, por hectárea. Y en México, donde tiene la sede la compañía, tienen cultivos de jitomate que pasaron de cosechas de 3,5 meses a 7,5 meses. Ya logran que rastrojos sean aptos para siembras rentables (¿se imaginan poner a producir las vastas tierras del Norte huilense?).
La empresa, del ya afamado opita, es cultivar bacterias que le permiten al suelo recuperar sus nutrientes. Además esta bio-tecnología permite procesar las basuras de las ciudades ya que su labor es convertir la basura en nutrientes y devolverlos en cuestión de días. Incluso sirven para recuperar los cuerpos de agua cuando se llenan de buchón, pues las bacterias se alimentan de esa planta.
Lo que hacen Orlando y su equipo en el laboratorio, es “enseñarles” a las bacterias a consumir esos los químicos del suelo y basuras, y transformarlos. De esa manera, después de varias generaciones las bacterias generan resistencia a los químicos y los procesan para que sean nutrientes naturales en el suelo. ¡Eso es desarrollo sostenible!