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Carlos, el venezolano del borojó

Jul 3, 2021

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DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA

Por: Hernán Galindo

Al son de las cuñas reproducidas en el altavoz, un joven camina detrás de un carrito metálico que empuja y mueve a poca velocidad. La voz de un locutor expedida por los parlantes promociona un producto novedoso, casi que revolucionario, que, supuestamente, le da solución a una decena de problemas de salud.

“Ya llegó, tome el sabroso el potente, el delicioso jugo de borojó. Por solo mil o dos mil pesitos lleve su jugo helado de borojó”. Dice la pauta en una cuña sin fin que rueda por el altoparlante acondicionado en el carrito con el que trabaja este joven.

Se trata del venezolano Carlos José López Torrealba, un joven de 32 años que llegó a Neiva hace dos años después de vivir y trabajar en diferentes oficios en ciudades como Barranquilla, Cartagena, Cali, Medellín y Bogotá. “Es lo mejor que nos pudo pasar junto a mi familia”, comenta y agrega que es una ciudad en la que se puede vivir y en la que todo el mundo lo trata bien a él y a su esposa e hijos.

A propósito, se estableció en la ciudad con su esposa María Isabel Rodríguez que es colombiana y sus tres hijos que son menores de edad y estudian en la Institución educativa Rodrigo Lara Bonilla sede San Martín, barrio en el que residen.

Carlos José no se puede quejar, le va bien hace para pagar el arriendo, para alimentar a la familia, cuenta que fue un amigo el que lo contactó si estaba interesado en la venta, le presentó al jefe. Este le hizo una inducción de tres días en los que le enseñaron la preparación del jugo de borojó y a trabajar. “La preparación no tiene ningún misterio consiste inicialmente en despulpar el borojó, se licua con leche, se le agrega nuez moscada, meromacho, vino y un ingrediente secreto que tiene el patrón y listo”, relata.

Todos los días sale temprano de su casa en San Martín para dirigirse inicialmente a la sede de la empresa que queda en Quebraditas para sacar el carrito metálico con los ingredientes que le permiten laborar durante seis u ocho horas. Un buen día vende $200.000 y le pagan el 30%, se gana $60.000. Paga $400.000 de arriendo y lo demás para sus gastos, de su compañera y sus tres hijos.

López que estudió; es licenciado en educación primaria, además tiene un título en enfermería dice que te tocó salir de su país, porque el salario en Venezuela es de un dólar semanal, por eso emigró para intentar buscar un futuro y una estabilidad para él y para los hijos. Se siente agradecido, añade que la mejor ciudad que ha visitado de Colombia es Neiva, “la gente es súper amable se siente muy agradecido y espera quedarse para salir adelante”, reitera.

Lo que más extraña de su país es a sus padres y a su abuelita que se quedaron allá junto a tres de sus seis hermanos. Los otros hermanos también han emigrado, uno a Chile, otro a Ecuador y él que se vino para Colombia. Sobre la comida comenta que no la hecha mucho de menos ya que la gastronomía es muy parecida a la de acá.

Carlos José se atreve a hacer una reflexión sobre el momento que vive Colombia en materia de crisis económica y social. Invita a los colombianos a dejar tantas divisiones y conflictos para dedicarse a trabajar por salir adelante. “Así comenzamos en Venezuela, con paros, con protestas y mire a lo que ha llegado un país que tenía una de las economías más ricas del mundo por el petróleo, mire la pobreza en que se vive hoy en día”.

“Colombia está todavía en el momento de enderezar, dejar tanto conflicto porque la economía todavía aguanta para producir para mantener la familia en el caso particular para enviar a Venezuela a la mamá al papá a la abuelita”, agrega.

Volviendo a lo del borojó, Carlos López, dice que se ve a futuro teniendo su propio negocio, pero no descarta que pueda trabajar en su profesión como docente o como enfermero. Trabajar duro para tener su casa, darle estabilidad a la familia.

Este joven al que para nada se le nota acento venezolano, es muy amable a la hora de atender a sus clientes. Vive en un sector popular de Neiva en el que comparte con colombianos y con otros venezolanos como él que llegaron a trabajar a integrarse a la hospitalidad huilense y progresar. “Me han hecho sentir como en casa gracias a Dios, las amistades me tratan como de la familia, gracias a los neivanos aquí seguimos hasta donde se pueda lo único que extraño de Venezuela es mi familia y mi trabajo, concluye mientras nos sirve un jugo que saboreamos y comprobamos porqué tiene tanta acogida, “está muy rico”.

Los clientes piden el delicioso producto que ofrece frío y al que algunos le atribuyen propiedades especiales.

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