Diario del Huila

Censura o incapacidad de gestión

Jul 2, 2022

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Amadeo González Triviño

El fenómeno pueblerino de ciertas administraciones públicas se evidencia en estos días con ocasión de la forma como se celebran las fiestas tradicionales, donde a toda hora y en los espectáculos públicos que se organizan aparecen en primer plano los mandatarios locales o regionales con atuendos propios de las costumbres, pero no porque sientan o lleven un mensaje de unión y de cercanía con las gentes, sino como una pantomima para figurar y aparentar su condición de despilfarradores del erario público.

Y qué decir de los actos o de los espectáculos que se organizan, todo ello direccionado hacia formas que evidencian una afectación al folclore, un desaire a las expresiones populares y una censura en la cual se pretende ocultar esa incapacidad de gestión o esa denuncia pública que se hace a partir de las rajaleñas, de las coplas o del lenguaje tan común en estos días, de exigir y demandar amor por lo nuestro, defensa de nuestras tradiciones y sobre todo, elementos que hagan posible el regreso y la defensa de lo nuestro en cuanto a lo que somos y lo que demandamos de los dirigentes.

Un amigo refiere en su página social que “Lo que ocurrió en Garzón con el grupo Las Candilejas pasa en Pitalito y en el Huila. Las administraciones quieren ver o utilizar las expresiones culturales como adornos sin esencia, sin la fuerza de la sicología y la capacidad de transformación que tiene la Cultura. Por eso, ellos, les gustan jugar con aquellas expresiones o gestiones que sean amables con la administración”.

Estas reflexiones y la posición de aquellos que dicen que quien tiene el poder impone sus condiciones de manipulación de las expresiones populares, nos llevan a considerar que la base esencial de esta corrupción que nos gobierna, de este desgobierno de la cosa pública, esta antecedida por la incapacidad de gobernar, por la necesidad de que de ninguna forma se ventile en público el proceder que en privado los lleva a ocultar los vicios o vacíos de su administración y que todo aquello que se traduce en corrupción, mal manejo o negocios sucios, son secretos y por tanto no pueden ventilarse en público.

Las tradiciones populares han servido por un lado, para que las comunidades se aglutinen en torno a eventos que los motivan a expresarse, o bien de júbilo, de alegría, como lo hicieron antaño nuestros abuelos, al buscar en esta temporada de cambio de luna, de cambio de rumbo del sol, de aprovechamiento de las cosechas, un compás de espera para volver a trabajar la tierra, a la siembra y seguir en el ciclo de siempre, trabajando por su propia realización.

No podemos dejar escapar este momento, para recordar que esas campañas que hablan del “cambio es ahora”, o que prometen el cambio, no son más que maromas del lenguaje para disfrazar la corrupción y seguir el ciclo eterno del desajuste social que siempre ha imperado, donde la cultura no puede cuestionar, donde la cultura no puede motivar y donde la cultura debe estar sujeta a la voluntad del dictador, quien con el mazo de la injusticia, de la infamia y del poder, quiere aplastar y aplastar arrasando al otro, sin reconocer el derecho a la diversidad, a la opinión ajena o a la valoración del otro.

Felicitaciones a la administración local que recurre a la censura, ante la imposibilidad de mostrar en público una obra de gobierno que merezca el reconocimiento social.  

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