La RAE, máxima autoridad en el idioma español, sostuvo que Las palabras más groseras y con doble sentido se utilizan en Colombia, por delante de México y Ecuador a pesar de que se destacó por el extenso vocabulario vulgar, se resaltó también su amabilidad
Diario del Huila, Nacional
Por: Alejandro Polanco
Colombia, es conocida por su magnífica diversidad natural, rico patrimonio cultural, tradiciones únicas y gente amable. Aunque los colombianos tienen formas muy distintas de expresarse, lo que desde la perspectiva de otras naciones puede verse como descortés, algunas palabras tienen múltiples significados y otras no significan lo que comúnmente se piensa.
Este sinfín de palabras que se pueden usar para expresar una variedad de emociones que incluyen sorpresa, enojo, frustración, felicidad y admiración, son utilizadas con frecuencia por todos los estratos y clases sociales del país.
Sin embargo, aunque fue resaltado por el amplio vocabulario vulgar, la RAE además reconoció que, al momento de las interacciones, los colombianos tienen una tendencia significativa a ser muy educados y respetuosos. El «Buenos días», «Por favor», «Gracias», también catalogan a Colombia como el país de la etiqueta y respeto con los demás.
Y aunque irónico y contradictorio, la categorización por parte de la Real Academia de la lengua Española puede tener un sentido que permea el entender popular de los connacionales, recurrir a todo tipo de palabras para hacerse entender de la mejor forma es algo que hace sencillo identificar a cualquier colombiano hasta en la Patagonia.
En dialogo con el Diario del Huila el profesor y literato de la Universidad Nacional de Colombia German Fierro resalto puntos por los cuales este apego a las palabras que a simple vista son grotescas ya hacen parte de una cultura del lenguaje criollo.
¿Qué es la vulgaridad y cómo entenderla?
“Es un signo lingüístico que se proyecta al campo del valor negativo. Con él se busca siempre agredir a la persona. Cuando queremos insultar, gritamos. Cuando ese grito se convierte en una palabra adquiere un valor inmenso que reproduce comportamientos sociales. Con ello indagamos a la persona una actitud que reprochamos. Como el sexo desaforado a la mujer y al hombre, su comportamiento. En el hombre, lo que más le incomoda ser llamado es homosexual o marica, su único motivo de desprestigio. En cambio, para la mujer existen infinidad de maneras para desprestigiar su comportamiento hacia el sexo. Con el insulto se evidencia nuestra sociedad machista”
¿Cómo entenderlo en la sociedad colombiana?
“Siempre cuenta la intención y diría que en nuestro vías de comunicaciones son necesarias. Pero las groserías han cambiado y son válidas solo con personas cercanas al entorno. Sonará incongruente, pero si un amigo me dice hola ma…, yo no lo tomo a mal, pero si me lo dice un completo extraño, tendré que reaccionar. Tratare de explicar en una sociedad con índices crudos y normalizados de violencia hablar con soltura y a veces con insultos es lo más parecido a un aire de libertad es por eso que el colombiano adopto estas palabras no solo como improperios si no como cotidianas, hemos escuchado estas “vulgaridades” desde el presidente hasta el obrero y es que cuando se trata de ser vulgar se alcance con rapidez la igualdad, pero eso hoy por hoy es más de cercanía que enemistad”
¿El los jóvenes funciona igual?
“Significan otra cosa para los jóvenes. Son palabras de aprecio con las que los muchachos responden con cariño. Eso ocurre solo entre jóvenes, pero hago énfasis que si bien la palabra es insultante, en ellos es ponderativa. En los jóvenes de Colombia, para que el insulto tenga la fuerza que antes tenía, se colocan prefijos: no basta decir hijue… , sino que se le añade ,doble…, triple… si de agredir se tratase. Pueden transformar el resto de la frase en un insulto o en lo que convertiría con facilidad en el seudónimo de por vida que se acoge con aprecio”.
¿Cuál sería la conclusión a esta posición destacada de Colombia en dicho ranking?
“Yo creo que la primera conclusión es no escandalizarse, todos hemos crecido escuchando dichas palabras y que si bien evitamos no somos quien para decir que no hemos recurrido a estas en algún momento de nuestras vidas, aquí lo verdaderamente importante es evitar con estas dañar al otro yo creo que ese límite no se puede cruzar, soy partidario de cualquier extremo es malo en supremacía, pero cuando denigro a la persona ya deje ser vulgaridad, eso vulgar pase a hacer dañino porque se convierte también en un estigma que de tener la moral bien guiada no podemos prohibir, pero si limitar e incluso en muchas oportunidades sobra recurrir a estas que importante es que los jóvenes y adultos sepan que hasta lo más común tiene un límite que lo encasillaría como no gratos en muchos lugares y sobre en la sociedad”
Si bien este llamativo y particular ranking del cual Colombia es puntera no es motivo de orgullo para la mayoría y para otros para por insignificante. Cabe señalar que numerosas investigaciones han desmentido la asunción de que decir groserías es necesariamente el resultado de pertenecer a una clase baja o a una falta de educación o de fluidez en el lenguaje.
