Diario del Huila

«Con amor y trabajo”, Dagoberto y Martha venden aguacates

May 17, 2021

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Por: Hernán Galindo

Dagoberto Moreno tiene 53 años, nació en el Tolima, pero desde muy pequeño lo trajeron a vivir a Neiva por lo que se considera neivano, dice con voz pausada de esas que tienen los hombres humildes, de origen campesino, en nuestro país.

Llegó al barrio Ventilador, en donde ha vivido desde que se acuerda, tuvo casa por muchos años en ese sector, hace poco la vendió y se compró otra en Las Américas, cuenta.

“Siempre me gustó el trabajo, desde pequeño, toda la vida me ha gustado el trabajo y siempre he sido independiente. Es bueno porque nadie lo manda o lo está regañando a uno”, agrega. Vive con Martha Cecilia hace dieciséis años y aunque se conocían de tiempo atrás desde entonces es su apoyo en todo.

Este hombre menudo, de contextura delgada, cuenta que tiene dos hijas de anteriores relaciones; Nadia Alejandra y Lina Fernanda de 26 y 24 años, ya son independientes, una trabaja en el Sena y la otra en el Terminal de Transportes de Bogotá.

A Dagoberto le ha gustado toda la vida el comercio, “si hubiera podido estudiar una carrera sería sobre algo relacionado con el comercio. Es mejor ser independiente”, asegura.

Una jornada normal se inicia a las cuatro de la mañana y se van a las doce o doce y media en jornada continua, todos los días. El aguacate lo traen de un depósito de la Asociación que tienen en Los Guaduales o, en otras ocasiones, toca ir a Mercaneiva, indica. “Neiva es muy buena plaza para el trabajo, es sagrada para la labor diaria. Se levanta uno lo de la papa, nunca le falta a uno la comida”, agrega.

La pandemia los ha afectado, pero se las han ingeniado para poder seguir trabajando. Lo que más ha afectado fuera de la pandemia son los bloqueos que han encarecido el precio del aguacate. “Ha subido el kilo, está a cuatro mil pesos. Ahora se vende a tres mil o cuatro mil cada aguacate. Antes era más económico”, indica.

Moreno es creyente; “todos los días se encomienda a Dios y al Divino Niño, es de los de novena y todo”. Asegura que se va a vacunar contra el Covid. “Toca, es un deber. Si uno se muere por la vacuna, qué más se puede hacer. Estoy esperando que me llamen para hacerme vacunar, agrega y se va a atender a una clienta que llega a comprar aguacates para el almuerzo.

Mientras tanto nos llama la atención la voz de la mujer que grita a voz en cuello: “aguacates, a la orden los aguacates”; es Martha Cecilia Collazos que, al igual que Dagoberto, ofrece este producto que muchos consideran de exportación y hasta de redención de la economía colombiana, tan afectada por estos tiempos de pandemia, de marchas y paros.

Martha Cecilia Collazos, una mujer de 53 años, de tez blanca, cabello castaño oscuro, es la que ahora hace una pausa para contar su parte de esta historia que une el amor y el trabajo.

Nació en Neiva, se crio en los barrios Surorientales, en donde se sabe lo que es pasar necesidades, pero también se adquieren el empuje y la templanza para enfrentarse a la vida.

“Estudié hasta quinto de primaria en la Central, vivíamos en La Florida. Me tocó trabajar desde muy niña”, relata con tranquilidad, mientras repasa los acontecimientos que ha vivido a lo largo de sus años de existencia.

“Al principio sostenía a mi mamá, trabajaba por ella y para ella. Se murió cuando yo tenía 19 años y desde ahí me tocó defenderme sola. Así y todo, saqué adelante a cuatro hijos que levanté sola, dice con orgullo; una es preparada en el Sena y otros son maestros de construcción. Todos trabajan. Ya cada quien hace su vida”, refiere.

Lavé carros, vendí frutas y trabajé en una trilladora quince años, en casas de familia o casetas, continúa en su historia.  Desde que se conoce con Dagoberto se independizan, colocan el plante para el negocio. Viven en la casa de él, pero ella tiene su propia casa.

“Soy creyente en Dios que es el que me ha protegido a los hijos y gracias a él no se fueron por el mal camino”, comenta. No sabe si se va a vacunar. Además, es diabética

“Con Dagoberto, que se quedó solo porque se le murió la mamá, igual que a mí, nos une el trabajo y el amor desde siempre”, cuenta con alegría y sigue en su labor… “aguacates a la orden los aguacates”.

Atienden la clientela en la calle 8 cerca del parque Andino.

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