A medida que va decreciendo la economía colombiana, igual situación se está presentando con el decrecimiento del respaldo al presidente Gustavo Petro, una vez transcurridos 100 días de haberse posesionado como primer mandatario de los colombianos. Así se vio reflejado en las marchas impulsadas por sus seguidores quienes salieron a las calles de algunas ciudades del país, para conmemorar los primeros 100 días de gobierno del mandatario y así demostrarle el apoyo al presidente y sus políticas. En redes sociales, líderes estudiantiles, centrales obreras, gremios y funcionarios del Pacto Histórico llamaron a la movilización de miles de personas. Pero no fueron las que se presentaron cuando el comité nacional del paro las convocó el año anterior, y él mismo, durante su campaña presidencial. No tuvieron la misma intensidad. La formulación de políticas públicas desde su inicio de su mandato ha generado un rechazo de la sociedad colombiana por el impacto negativo que está recibiendo la economía colombiana.
Así el decrecimiento de la dinámica económica en el tercer trimestre al 7%, frente al crecimiento de la anterior administración del presidente Duque que tuvo indicadores sostenidos superiores al 10%. Igualmente, todas las empresas encuestadoras, han coincidido en la disminución de su imagen presidencial, junto a su equipo de gobierno. Pareciera que el paraíso haya empezado a desmoronarse apenas transcurridos sus primeros 100 días de su mandato.
Las personas cercanas al presidente Gustavo Petro en su despacho de la Casa de Nariño aseguran que él es muy tranquilo, sereno y respetuoso. Que muy pocas cosas logran sacarlo de quicio. Sin embargo, con Petro, ya hablando en público, se podría decir que se registra una dicotomía entre su discurso de diálogo y conciliación frente a sus salidas caracterizadas por sus subidas de tono y de afirmaciones rotundas y radicales, en redes y tarimas. Consideramos que todavía es tiempo de realinear su accionar gubernamental inicial. Debe ser coherente con la realidad social, económica y política del país. Se pueden impulsar reformas estructurales para contrarrestar las grandes problemáticas que aquejan a las familias colombianas. Recuerden que el palo no está para hacer cucharas. Tenemos grandes amenazas externas que están impactando desfavorablemente el comportamiento del aparato productivo del país. No hay que generar discursos controvertidos e incoherentes. No hay que generar incertidumbres.
Las grandes desigualdades e inequidades sociales, no se van a corregir durante el presente cuatrienio. Por los menos hay que buscar disminuirlas. La realidad actual así lo exige. No podemos seguir atacando el dinamismo empresarial, ni suspender la explotación de los hidrocarburos que son la principal fuente de recursos para alimentar el presupuesto nacional. Debe afianzar la confianza empresarial y crear las condiciones para que la inversión extranjera no huya del país. Esos vientos de incertidumbre no se pueden volver un paisaje en el país.
