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Diecisiete años vendiendo mamoncillos en Neiva

Feb 1, 2023

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Dentro de las muchas carretas que ofrecen frutas en el microcentro de la ciudad, llama la atención una ubicada en la esquina de la carrera 5 con calle 7 que está cargada de una fruta que nos recuerda la niñez, el mamoncillo. Aníbal Hernández, un hombre de origen campesino, es quien ofrece esta fruta tropical que se da en abundancia en la ciudad de Neiva. 

Aníbal Hernández, está al frente de su carreta durante cerca de doce horas todos los días de lunes a viernes, llega muy temprano en la mañana y se va al caer la tarde. 

Vende mamoncillos en ramilletes que la gente compra por su delicioso sabor agridulce y porque algunos le atribuyen poderes especiales al contener altos niveles de vitamina C, el mamoncillo ayuda a activar el sistema inmune. En su cultura de origen, se suele dar a las mujeres embarazadas, ya que agiliza la producción de proteínas en el organismo y ayuda a mejorar las defensas.

Aníbal, que solo estudió primaria, siempre ha vivido de la venta de frutas como lo hicieron sus padres, de quienes aprendió el negocio del rebusque a través de la venta de frutas en la antigua galería central en el corazón de Neiva.  

“Mis padres, Antonio Hernández y Diva Manchola, eran de origen campesino, tenían una parcela en el municipio de Guadalupe, en el sur del departamento, con siete hijos, se vienen para Neiva, en donde se instalan en el barrio las Acacias”, recordó.

Aníbal solo pudo estudiar hasta quinto de primaria y a trabajar como era en sus tiempos, además unos padres de escasos recursos, con siete hijos, difícilmente podían darles estudio.

“Comencé a trabajar a los diecisiete años, toco dedicarme al comercio, no había otra cosa para hacer, en principio como mis padres vendía plátano, yuca, todo lo de galería, tuvimos puesto en la galería central de Neiva, luego nos trasladaron para Mercaneiva y eso no nos dio resultado y por eso nos vinimos de nuevo para acá al microcentro”, argumentó.

La fruta es abundante y de buena presentación.

La venta de mamoncillos

Hace diecisiete años, se le ocurrió vender mamoncillos que le compra a quienes tienen el fruto en sus patios, los negocia y de acuerdo al arreglo el mismo los baja. “Son dos cosechas al año, una primera que es la que estamos terminando que va de noviembre a enero o febrero y otra la mitaca como en la mayoría de frutas que es a mitad de año”, dijo.

“Nosotros vamos y negociamos con los dueños de los palos y nosotros mismos los bajamos, en estos tiempos que todo está tan caro, los mamoncillos han sido una bendición porque son más económicos y dejan algo de ganancia, hay cosechas que se negocian en $200 mil pesos y se les hacen los $400 mil pesos o más”, afirmó.

La venta se hace en gajos de $3.000 pesos, dos en $5.000 y ahí hacen lo del sustento diario para sus familias. Es una fruta muy apetecida, en especial si es dulce, la gente lo consume. En un día bueno de ventas puede hacer hasta los $90.000 pesos, no hay un promedio fijo, pero no se baja de los $70.000 pesos. 

Quienes más lo consumen son las mujeres, aunque los hombres también lo consumen en buena cantidad, “como le contaba, le atribuyen propiedades especiales y hay quienes lo llevan para la tensión, para controlar la diabetes, limpiar los pulmones, controlar la tos, para todo eso”, sostuvo. 

Aníbal Hernández, antes de despedirse, hace una reflexión sobre cómo se han ido tumbando los palos de mamoncillo que existían en los grandes solares de las casas en Neiva. “Se ha ido construyendo y con la construcción han ido tumbando los palos, por lo que en Neiva ya casi no hay en tanta abundancia como en el pasado. 

Por ser una fruta tropical, por fortuna para ellos se da en municipios cercanos como; Campoalegre, Hobo, entre otros, casi en todos los municipios del Huila salvo los situados en la cordillera, dijo. 

Finalmente, al indagarle de haber podido estudiar cuál carrera habría preferido, contó que le gustaría haber sido veterinario. Pero recordó que sus papás no tenían los recursos y por eso le tocó a cada uno de los siete hermanos buscar su propio camino, concluyó.

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