En USA comenzó hace medio siglo ese síntoma con el intento de los Kennedy de erigirse en dinastía familiar gobernante. De esa manera un modus operandi útil para el engranaje social, deviene en modus vivendi particular y familiar. Los Kennedy fueron asesinados, como los Gracos de Roma, pero el síntoma se repitió con la familia Bush, petroleros. Y lo intentaron luego los Clinton. Es decir, ambos partidos históricos lo aceptan ya como algo normal. Lo que era usual en las empresas particulares con los herederos de las fortunas de los Rockefeller, los Ford, etc. se hizo extensivo al gobierno común de todos. Se empezó a privatizar a la democracia. A un si claro, una democracia privatizada es un siniestro oxímoron. Y se convierte en un negocio con consecuencias sociales insalvables. De ese modo el engranaje económico, ante unos costos altísimos para solventar cualquier elección, desplaza valores como capacidades individuales, meritocracia o de servicio comunitario, para ser gobernantes. Algo que los griegos, que inventaron la noción democrática, advertían y ya sabían desde hace milenios.
Hoy la noción de democracia parece estar a la deriva, como un barco sin norte, como un remanente europeo con más pasado que futuro y que no ha aclimatado bien en el resto del planeta. Ni siquiera en Estados Unidos en donde el partido Republicano conservador se ha declarado revolucionario. Niega los resultados electorales. Y adhiere a la toma violenta del capitolio para impedir el conteo de votos, como se ha visto. Es curioso como en los imperios ciertos rasgos parecen repetirse con ligeras variantes. Se renueva la barbarie con cada civilización. La actual en Estados Unidos, reafirma formas de racismo más virulentas de lo habitual. Es decir, no basta con que la plutocracia se apodere del gobierno en las formas dinásticas mencionadas, sino que desea hacer de la discriminación étnica una norma aceptable. Cuando bajo el capitalismo nadie necesita discriminar, eso ya lo hacen los precios.
Y ese engranaje hoy abarca a China y a la antigua URSS. Alternativas claras no hay aun cuando la vida misma del planeta está en juego. Las soluciones fracasan, y el sistema energético no se altera. Los gobiernos están esperando a que nos disciplinen las catástrofes. Los movimientos políticos que dijeron ser la respuesta, calcan el síntoma dinástico: en Argentina desde hace años con Perón y sus esposas, en Nicaragua con las réplicas de los Somoza, la familia Ortega, la familia Castro en Cuba, por no hacer un recuento exhaustivo. Y en los congresos parlamentarios hay por supuesto filiación familiar de por medio. Y entre lo que se denomina la izquierda los padres aúpan a sus hijos en la dura brega de ser congresistas sostenidos por el erario público, aunque tiende a ser cada vez más privado. Son como caricaturas en claro oscuro del sistema que critican. Si ningún tiempo pasado fue mejor, el futuro también parece una época dorada inexistente. Si estamos mejor ahora, la naturaleza se está agotando. Y eso no había ocurrido antes.
