Fernando Guzmán
La primera actividad del presidente Duque en su visita de trabajo a la UE, el pasado miércoles 9 de febrero, fue la firma del acuerdo de doble tributación (ADT) con Luxemburgo -segundo país más pequeño de la UE y segundo más importante de destino de capitales extranjeros-; mediante el cual se busca “beneficiar la atracción de inversión, garantizar la estabilidad en las reglas de juego de negocios y luchar contra la evasión”, según anunció previamente el ministro de Hacienda.
Con los ADT no solo se buscan contrarrestar el fenómeno de la doble imposición, sino que también se consideran instrumentos para mejorar las condiciones que permiten el flujo de rentas y la libre circulación de capitales, bienes, servicios y personas entre estados, según el paradigma neoliberal de la globalización. Colombia cuenta con solo trece ADT en vigor; pocos comparados con otros países. Por eso, siguiendo recomendaciones de la OCDE, la política actual de inserción internacional de Colombia consiste en salir a buscar dichos acuerdos en mercados estratégicos para propiciar los flujos de inversión. Preferiblemente, ha dicho el gobierno en otras ocasiones, “donde exista un riesgo de doble tributación, por contar con un sistema tributario similar al colombiano y con tarifas impositivas equivalentes a las colombianas.”
¿Cuáles serán las similitudes entre los sistemas de Colombia y Luxemburgo? Parecen, más bien, grandes diferencias, pues la eficacia de dichos acuerdos para alcanzar por sí solos tales propósitos genera dudas por las condiciones de nuestro sistema tributario que expertos de la OCDE han calificado como “ineficiente, injusto, con impuestos distorsionantes, lleno de complejidades” -la evasión del impuesto sobre la renta de sociedades en Colombia representa 2% del PIB (CEPAL/2020)-.
Luxemburgo tiene serios cuestionamientos por su condición de paraíso fiscal, como lo ilustró recientemente la investigación OpenLux -cerca del 90% de sus “empresas” controladas por no luxemburgueses-. Ocasionando efectos como que dichas “empresas” a través de algunos fondos de inversión, controlen mercados inmobiliarios en grandes ciudades sin pagar impuestos y presionando los precios.
Además, otro riesgo de los ADT es que solo operen los estímulos al comercio y el país siga perdiendo competitividad por no adecuar sus estructuras productivas a la generación de industria y producción nacionales.
Y dejando de lado el tema de la lucha contra la evasión, el primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel, quien una semana antes renunció a su título de maestría obtenido en 1999 en la Universidad de Nancy, tras la denuncia de plagio de tesis (96%) realizada en octubre de 2021 por Reporter.lu, y el presidente Iván Duque, en rueda de prensa, pasaron a la geopolítica mediante declaraciones sobre las amenazas por la crisis Rusia-Ucrania y Venezuela-Colombia.
Bettel dijo no querer volver a una situación bipolar como la de la guerra fría, y Duque reiteró su confianza en el compromiso de Rusia para que la cooperación militar con Venezuela no se utilice contra Colombia. Además, el primer ministro le manifestó su interés en la ayuda para los migrantes venezolanos en Colombia; mientras en Luxemburgo se depositan fondos de Venezuela producto de la corrupción. Así, los dos mandatarios se declararon defensores de la democracia. Pero, sin reparar en que las estructuras offshore en los paraísos fiscales son una verdadera amenaza para la democracia.
