Diario del Huila

Economía de la muerte

Sep 6, 2022

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Carlos Yepes A.

cyepes@hotmail.com

Triste para el Huila afrontar hechos tan dolorosos como la trágica y despiadada muerte de policías en la zona rural de Neiva, para reconocer como sociedad, el grave problema que tiene la zona occidental de la ciudad al estar sumida en el abandono, clamando desde siempre por una vía que atraviese la zona rocosa conocida como la cuchilla El Chiflón, que viene desde el norte de Aipe y mantiene condenada esta estratégica parte del territorio a cinco horas de trayecto pudiendo ser no más de una, si se construye la vía Neiva- San Luis.

La muerte de los policías llevó a  reconocer, gracias al Presidente Petro  quien hizo referencia al hecho, cómo la nación y el departamento han “descuidado” una zona rural tan importante como lo es el occidente de Neiva, una zona sin infraestructura social y productiva, que la mantiene alejada de lo que puede significar para el desarrollo del sur colombiano, una zona altamente productora de cacao y café pero inexplicable e históricamente desconectada de la capital huilense.

La muerte y la desidia política han limitado el desarrollo de nuestra región, pero la guerra, la que ha generado la muerte históricamente en nuestro país, ya no es ideológica, los postulados marxistas y las teorías neoliberales ya no motivan la fuerza de la lucha armada para su implementación, la causa, la muy trajinada causa revolucionaria, ya se perdió; por otra parte, la política, generadora también de violencia y muerte ha cambiado de tal manera que por ejemplo los liberales ya no distan de los conservadores y viceversa, desde hace décadas comparten los mismos intereses y las mismas prácticas electoreras, recuerdo que en el Huila, no hace muchos años, el liberalismo oficialmente avaló una campaña a la gobernación de un conservador, cosa imposible décadas atrás. Estamos ante un nuevo escenario donde el poder, que significa “dinero” y, la lucha por éste, tiene claramente dos nuevos actores tal vez tan perversos y desalmados como la misma muerte que vienen representando: el narcotráfico y la minería ilegal.

Así que los que de manera ignorante y alegre celebran la muerte en este trágico episodio como “una primera derrota del gobierno en materia de paz” es porque muy seguramente no entienden el devenir histórico que ha llevado a la sociedad colombiana a permanecer en una guerra que algunos no quieren acabar, la paz verdadera incomoda a varios sectores, empezando por los mencionados anteriormente. 

La complejidad del fenómeno de la violencia y su entendimiento no es para todos, las emociones llevan incluso a algunos hacer conjeturas estúpidas, como la de querer “medir” que episodio de muerte, el de Duque recién posesionado ocurrido en la escuela militar o el del Huila, representa la peor bienvenida a un gobierno.

La sociedad ha caído en el juego de la muerte, la economía subterránea que mantiene flujos desorbitantes de dinero por debajo de la mesa, ha logrado comprar conciencias, acallar injusticias, permear el poder, mantener a medio país en una zona de confort y de riqueza que les obliga a ser incluso, sin darse cuenta, complacientes con la perversidad de estos dos grandes males que agobian al país.

Mientras esa “economía de la muerte” no se revierta hacia una “economía por la vida”, nos seguiremos matando unos a otros, sin importar quienes somos, de derecha o de izquierda, hombres o mujeres, liberales o conservadores, líderes o lideresas, siempre seremos la carne de cañón que el narcotráfico y la minería ilegal necesitan para subsistir y, así no puede seguir el país.

Insisto como siempre, en la necesidad de llegar a “un acuerdo para vivir mejor”. Una acuerdo que nos permita como sociedad pensar en subsistir, en la necesidad de mantener un sistema de armonía entre el ser humano y el medio ambiente como ejes fundamentales de un derecho que tenemos todos, el derecho a la vida. 

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