Diario del Huila

El flagelo de la inseguridad

Abr 26, 2022

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La inseguridad se ha convertido en un verdadero flagelo para las familias neivanas. Cuando circulamos por las vías sentimos temor de ser atracados por bandas delincuenciales que transitan libremente por la ciudad. La población se encuentra desesperada, a pesar de los esfuerzos de las autoridades para contrarrestar este fenómeno desestabilizador. Esto ocurre en todas las localidades huilenses. Desde esta tribuna, hemos sido reiterativos que añoramos esos tiempos cuando transitábamos con nuestras familias en completa tranquilidad. Son innegables los casos de inseguridad que se están presentando en esta localidad. A diario están ocurriendo raponazos y atracos a mano armada, sin que existan los suficientes controles de las autoridades. Estas acciones delincuenciales están desbordando la capacidad de respuesta de la Fuerza Pública, lo cual se convierte en una mayúscula preocupación para la administración municipal de la capital del departamento. Hemos sido reiterativos que se debe prohibir tajantemente el tránsito de motociclistas con parrillero en el microcentro de la ciudad.

La percepción de la gente y las cifras oficiales coinciden en que la ciudad atraviesa una preocupante etapa de inseguridad que exige respuesta inmediata del Estado. Flaco favor se le hace a la ciudadanía cuando en materia de seguridad prevalecen las emociones sobre las acciones. Ahora bien, cuando se revisan las estadísticas criminales en el año anterior, comparadas con las del 2021, no cabe duda de que la mayoría de los delitos se han vuelto a incrementar, a pesar de la aplicación de algunas estrategias de las autoridades que han estado implementando. El hurto a personas no ha descendido en todas sus modalidades: las lesiones personales el hurto de motos y carros, homicidios, entre otros. La percepción de inseguridad entre los ciudadanos está aumentando.

La sociedad colombiana, está hastiada de los permanentes actos delincuenciales que se cometen a diario, y que en muchas ocasiones terminan en asesinatos de las víctimas. La situación está desesperante. Las secuelas de la pandemia, de las protestas, de la degradación de la situación personal y familiar han encontrado en el delito una fuente de aprovisionamiento que le pasa factura a la sociedad entera. Ya sea en un restaurante de lujo o en una carnicería, o en una vía pública, con delincuentes en moto o en bicicleta, lo cierto es que el deterioro de la seguridad ciudadana a nivel nacional es alarmante.

Y lo más grave es la violencia y el homicidio que acompañan estas acciones, y que siguen al alza en algunas regiones de Colombia. Y el Huila y especialmente su capital, no son las excepciones. Contra el hurto callejero, toda estrategia que se aplique podría quedar corta, pero un conjunto de medidas que arrojen resultados concretos reduciría la percepción de inseguridad en calles y barrios. Y eso ya sería una ganancia.

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