Por: Ernesto Cardoso Camacho
El oficio de comentar y opinar sobre los sucesos más trascendentes de la vida nacional hace imprescindible que deba referirme una vez más al marchitamiento del paro como protesta social que padecimos durante 6 largas semanas.
La intensidad de las marchas, movilizaciones, bloqueos y actos de vandalismo, incluidas las muertes y heridas que lastimaron a numerosos manifestantes y policías, al parecer han llegado a su fin.
La tan promocionada “toma de Bogotá “para el pasado miércoles, donde se anunciaba con cierta dosis de arrogancia por parte del Comité Nacional del Paro; terminó siendo una lánguida movilización que no congregó a más de 4 mil marchantes; clara y contundente prueba de que el marchitamiento de la protesta callejera es historia reciente que habrá de ser objeto de rigurosa evaluación.
La primera conclusión es obvia. Quedó plenamente demostrado que los dirigentes sindicales y demás líderes de las distintas organizaciones sociales que se autodenominaron como Comité Nacional del Paro, fracasaron rotundamente en sus pretensiones y objetivos.
En ésta primera conclusión, hay que decirlo con franqueza, quisieron aprovecharse de la enorme fuerza juvenil que sí convocó eficazmente la solidaridad nacional en torno a sus propósitos, originados en la frustración que han venido padeciendo por la falta evidente de oportunidades educativas y laborales para construir sus sueños; truncados por la inequidad social; la ineficiencia del Estado; la galopante corrupción política y administrativa; y a la ausencia de políticas públicas que les ofrezcan incentivos reales para insertarse eficazmente en la construcción de una nueva sociedad, más justa, más solidaria y en verdadera paz.
Es decir, los miembros del Comité mostraron el cobre de sus verdaderas intenciones escondidas tras la parálisis a que sometieron la dinámica económica del país, las que hoy por hoy, han surgido a la luz. Se trataba de un oportunismo político e ideológico bien aprovechado por la torpeza del gobierno al insistir en una reforma tributaria a todas luces inconveniente, negativa e inoportuna.
Ahora la pregunta es obvia. Serán honestos y capaces de aceptar que los enormes costos y pérdidas ocasionadas por los bloqueos y el vandalismo son el único resultado concreto de su irresponsable proceder? Y aceptarán con humildad que la expansión de contagios y muertes derivados del Covid es el único resultado tangible de su oportunismo político e ideológico?
Dudo que lo hagan. Pero la prueba al canto de lo que se afirma, ha quedado registrada en el video donde el presidente de Fecode afirmó con candorosa ingenuidad, producto de su verborrea revolucionaria para justificar el fracasado paro“….es la derrota del CD y el objetivo es alcanzar el poder en el 2022”.
De esta manera ha quedado notificado el pueblo colombiano. El trasnochado y demagógico sindicalismo colombiano, bien representado por Fecode, no quiere reivindicaciones sociales si no derrotar al uribismo y contribuir a la toma del poder en favor de la izquierda radical castrochavista.
No obstante, también hay que decirlo con franqueza. El gobierno contribuyó con sus torpezas y debilidades, cuando anunció la reforma tributaria y al permitir los bloqueos y el vandalismo, mientras dialogaba con un Comité que buscaba era la desestabilización institucional de la democracia.
Lo único rescatable de esta dolorosa experiencia es el heroico compromiso de las fuerzas militares y de policía con la democracia colombiana.
Así mismo, rescatable también el liderazgo del movimiento estudiantil que sí logró resultados tangibles como la matrícula cero para estratos 1 2 y 3; y al conseguir que los ojos de la sociedad colombiana pudieran apreciar tanto sus virtudes como sus defectos, en los cuales hemos concurrido todos a una, como en fuente ovejuna.
