Diario del Huila

El sofisma del precio del café

Dic 20, 2021

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Desde noviembre de 2020 la carga de café no baja de $1 millón; sus precios han oscilado entre $1.010.000 y $1.905.000. En lo corrido del 2021 el grano pasa por un excepcional momento. De acuerdo con cifras suministradas por la Federación Nacional de Cafeteros – FNC a fecha de 16 diciembre del presente año y por cuarto día consecutivo, el grano alcanzó su nivel más alto en toda la historia de Colombia: la carga interna llegó a los $2.093.000. El martes 14 de los corrientes, en el mercado de Nueva York la libra de café se cotizó a US$2,13, una cifra a la que no se llegaba desde octubre de 2014, cuando fue de US$2,10. Según la FNC, la carga de 125 kilos de café se está pagando en las zonas de producción a $1.817.00.  Estas cifras harían suponer que las 83.000 familias cafeteras del Huila estarían efectivamente elevando su nivel de ingresos de forma contundente y por ende su nivel de vida, sin embargo, esta burbuja no es más que un espejismo para el caficultor que arrastra igualmente a la gran mayoría de productores del sector agropecuario. El comportamiento del precio al momento de vender debe cruzarse con la variable compra de los insumos que igualmente se ha trepado enormemente con efectos devastadores en los costos de producción. Según declaraciones de dirigentes gremiales como Jorge Bedoya de la Sociedad de Agricultores de Colombia – SAC, En la medida en que estos insumos participen en la producción de cultivos en Colombia, se podrían ver incrementados los costos de producción entre 18% y hasta 40%.  Esto podríamos verlo de forma simple al cotejar el valor de un bulto de Triple 15 que en hace 1 año costaba alrededor de $85.000., hoy vale $185.500., lo que significa un aumento de más del 100%. Este insumo que contiene nitrógeno, fósforo y potasio es fundamental para la producción de café y muchos otros cultivos.  De acuerdo con el reciente boletín técnico del Dane, los herbicidas se han elevado en lo corrido del 2021 en un 59,66%. Debe tenerse en cuenta que, si bien los cafeteros acceden hoy a mejores precios por sus ofertas, no ocurre igual con el resto de productores como los dedicados a frutas, hortalizas y arroz, entre muchos otros.  Es decir que estos últimos agricultores trabajan cada día a perdida, todo lo cual en menoscabo de las condiciones de vida de sus familias.

Pero existe otra variable de sensible efecto en el incremento escalado de los precios de los insumos para el sector agropecuario: la revaluación del dólar frente al peso colombiano. El valor promedio del dólar en Colombia en los últimos 15 días es de $3,931.34 pesos y hemos superado la barrera de los $4.000, lo que significa que cada vez que compramos en el exterior tenemos que dar muchos más pesos colombianos por el mismo producto. Y en esta gama están inexorablemente los insumos fundamentales para la producción agropecuaria. Es claro que el mismo escenario de revaluación del dólar y devaluación de la modesta moneda nacional, tiene efectos muy positivos para exportadores como los grandes monopolios de exportadores de tilapia roja del Huila.  Agreguemos otro ingrediente a este collage o mixtura de infortunio para el agricultor y es su fragilidad a la hora de comprar los insumos, lo cual siempre hace directamente ante los intermediarios y casi nunca a las plantas de producción; la razón: no tiene musculo financiero, ni información, ni logística para adquirir los volúmenes que este tipo de compras implica. Claramente si los productores no avanzan hacia un esquema de asociatividad en organizaciones que pueden ser de primer grado y mucho mejor si son de segundo grado como cooperativas, seguirán su rumbo sufrido hacia el derrumbe de sus limitadas economías familiares. Me ha llamado jocosamente la atención la imagen que circula en redes sociales en donde aparece un hombre de rodillas frente a una dama, pidiendo su mano, con un título que dice: Regálele algo caro a su mujer; y en el subtítulo aparece un bulto de urea.

Es por ello que las inversiones de los recursos públicos para las próximas vigencias, empezando con el 2022, deben planificarse de forma objetiva y asertiva siempre pensando en impactar la economía agropecuaria en los eslabones más claves cuales son los casos de la asociatividad efectiva, funcional, y la comercialización hacia mercados más justos. Por supuesto que debemos ser conscientes de que 2022 es un año electoral y los ordenadores de gasto que estén al servicio de las maquinarias politiqueras de las regiones, seguirán con su práctica de engaño al productor, cambiando su voto por un bulto de fertilizante o una teja cinc.

 

 

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