Diario del Huila

El valor de la solidaridad

May 21, 2021

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Por: Alba Diela Calderón

Dadas   las circunstancias   actuales por las que está pasando nuestro país y reconociendo que hoy encontramos el individualismo, la indiferencia y el egoísmo ante los problemas o necesidades de los demás, al orden del día, quiero referirme a algunos consejos escuchados en alguno de nuestros encuentros de voluntariado.

La solidaridad debe   empezar con la familia, la cual es una comunidad de amor, solidaridad y convivencia, para trasmitir e instalar en las mentes, las virtudes y valores humanos, culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos, siendo la familia la primera red de solidaridad. Enseñar a los hijos a ser solidarios, para que sepan que no están solos en la sociedad, y que hay otras personas menos afortunadas. Hoy por ti y mañana por mí. Incrustar en la familia la educación del concepto de “Todos para uno, y uno para todos”, sin excepciones, trátese del dinero, el trabajo o los problemas, solidarizándose con generosidad.

Las instituciones educativas, en segundo lugar, son las llamadas a luchar por instaurar en los jóvenes la cultura y la ética de la solidaridad, para que vaya fortaleciéndose en ellos a medida que vayan creciendo, practicando el trabajo en equipo, cuando sea necesario, para aumentar los resultados de la solidaridad, y después poder hacerlo en unión y cooperación con los voluntariados y ONG sociales.

Conservar el espíritu abierto a todas las personas que tengan necesidades, sin importar su raza, política o religión, comprendiendo que, si nuestro entorno está bien, nosotros también lo estaremos.   Convertirse en los denominados “solidarios sin fronteras” compatibilizando la solidaridad, con el tiempo libre y el ocio, en beneficio de las personas o causas, que necesitan su tiempo, su trabajo o su talento. Muchas personas, principalmente los jóvenes, pueden disfrutar de una nueva experiencia, viviendo en otro entorno o solidarizándose con otras causas, pueden reorientar su futura vida familiar, profesional y social.

Debemos estar dispuestos a escuchar con atención, dedicación, afecto y simpatía, las propuestas de interés general y bien común para la familia, los amigos o la sociedad, acostumbrándonos a trabajar desinteresada, voluntaria, gratuita y perseverantemente, a favor del prójimo y   anteponer al propio bienestar, los sacrificios solidarios que haya que hacer sintiéndonos   parte activa de las buenas causas,

Ser solidario sin egoísmo ni arrogancia, para que las personas u organizaciones, alcancen a obtener un mejor nivel de vida; tener muy claras las prioridades y primeramente, tener una gran solidaridad con las personas más desvalidas; respetar, reconocer, comprender, apoyar y acoger a los que necesitan nuestra solidaridad con discernimiento y empatía, poniéndose en lugar de los otros.

Pero conociendo que este mundo es de ingratitudes, armarse de mucha valentía y coraje, para comenzar y continuar conscientemente con la solidaridad, a pesar de los problemas, dificultades e incomprensiones que salgan en el camino;  no desanimarse por el sacrificio que supongan el  rechazo, apatía, ingratitud o desprecio, por causa de los que no aprueban esta virtud o por las negativas a  participación, sabiendo que los demás necesitan que hagamos el máximo esfuerzo para ayudarles.

Finalmente, usar  la inteligencia y desarrollar los cinco sentidos, para comprender lo que necesitan los demás, incluso antes de que nos lo pidan. Educarse en saber comunicar a los demás, las ventajas de la virtud y valor humano de la solidaridad, para que los necesitados de ella no se encuentren solos.

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