Por: Alfonso Albarracín
El sector ganadero del país se encuentra afrontando dos viacrucis muy serios, que amenazan la estabilidad de este importante renglón de la economía que permite a la sociedad colombiana, tener acceso a la principal proteína en la alimentación de las familias colombianas. No cesan las invasiones a las propiedades privadas en algunas regiones, generando un panorama desalentador con el desarrollo de las actividades económicas en las áreas de influencia donde ocurren estos eventos de facto. Igualmente han empezado a invadir tierras y a destruir fincas con la mirada indiferente del gobierno nacional, que están generando conflictos entre los trabajadores de estas unidades productivas y los invasores. Casi el 50% de los predios invadidos, son aptas porque desarrollan actividades de ganadería extensiva.
El segundo viacrucis que están padeciendo estos ganaderos, es el hurto de ganado. Es una práctica antigua que está permeando el bienestar del sector ganadero, por sus implicaciones económicas, que se remonta desde tiempos pretéritos, que a medida que transcurren los años, empiezan a generar nuevos rostros por la manera como se cometen esta clase de delitos contra el patrimonio de este importante renglón de la economía. Desafortunadamente este accionar delincuencial está desbordando la institucionalidad para contrarrestarlo. Anteriormente los cuatreros mataban estas reses para alimentarse y por otro lado para demostrar lujos ficticios que luego terminaban en restos desperdigados en los campos para el festín de otras especies animales.
El hurto aislado de una res o de una oveja para comer es un delito. Pero lo es más grave, cuando lo cometen organizaciones verdaderamente estructuradas que actúan con sevicia, afectando inclusive los ganaderos a través de extorsiones, asesinatos y secuestros, entre otras formas de expresiones ilícitas. Se empieza a vislumbrar una preocupación mayúscula entre los ganadores del país, con el aumento del fenómeno del abigeato. Nuestro departamento no escapa a este flagelo criminal. Es un delito punible y estipulado en el Código Penal Colombiano que consiste en el robo o hurto de ganado o animales domésticos, principalmente caballos y vacas, aunque también se da en ovinos. Desde épocas pretéritas, los dueños de hatos ganaderos han venido sufriendo este azote, que está incidiendo en la rentabilidad de esta importante actividad económica.
Estas organizaciones criminales se encargan de hurtar los bovinos, flagelo que cada día se incrementa, provocando con ello un mayor contrabando de carne que se expende en los mataderos ilícitos. Es un flagelo difícil de combatir en el siglo XXI, pero que, si se fortalece la colaboración ciudadana con las autoridades, se puede contrarrestar el mismo y disminuir estos casos que hacen metástasis negativa en los ingresos de los ganaderos. Los retenes policiales y militares deben ser más exigentes en la revisión y procedencia de los camiones transportadores de estos semovientes.
Dichos controles deben realizarse las 24 horas del día y en toda el área del territorio huilense, para disminuir el actuar delictivo de estos cuatreros. Igualmente, los propietarios de estas fincas deben ser más cuidadosos de sus hatos. Se deben incorporar tecnologías de punta, para evitar que no exista un terreno abonado para cometer tales ilícitos. El Comité de Ganaderos del Huila, ha expresado que en este territorio se está viviendo una grave afectación por cuenta del abigeato y el carneo, situación que trae consigo muchas consecuencias negativas. En la mayoría de los casos, son sacrificadas las reses en mataderos clandestinos que utilizan técnicas inadecuadas y antihigiénicas, que van en detrimento de los cortes de carne, que se contaminan con facilidad de patógenos que atentan contra la salud y la vida de los consumidores.
