ERNESTO CARDOSO CAMACHO
Una vez conocidos los resultados electorales del pasado 29,i permiten establecer que los partidos tradicionales lograron recuperar buena parte de su dominio político territorial, al tiempo que la coalición del Pacto Histórico que conforma el gobierno, sufrieron una fuerte derrota que debilita su posición frente al trámite de las reformas que cursan en el Congreso.
De esta manera, el presidente Petro ha formalizado la invitación a suscribir un Acuerdo Nacional, con dos propósitos evidentes. El primero, buscando apoyo para la aprobación de sus reformas; y el segundo, procurando esconder la pérdida de su coalición de gobierno en el territorio.
Por otra parte, es necesario reconocer que la nueva realidad del poder político habrá de tener consecuencias en el trámite de las reformas y de la marcha misma del congreso, el cual tiene aún decisiones importantes que adoptar con relación a designaciones de altos cargos y del ejercicio del control político, referente a las denuncias que pesan contra el presidente por su presunta adicción a las drogas y por la irregular financiación de su campaña electoral.
En éste contexto, los nuevos gobiernos territoriales permitirán el realinderamiento de las fuerzas políticas dirigidas a la renovación del congreso, elección que está a la vuelta de la esquina, pues gobernadores y alcaldes conformarán sus equipos de gobierno con sus aliados recientes que les dieron el triunfo, los cuales a su vez, consolidarán los acuerdos para buscar afianzar su presencia en el legislativo. Como bien se sabe, la estructura clientelar del sistema político vigente, se sustenta en alcaldías, concejos, asambleas y gobernadores; hecho que permite presumir que seguiremos esclavos de las clientelas y maquinarias proyectadas hacia el nuevo congreso del 2026.
En estas circunstancias de la triste realidad que afronta nuestra frágil y desgastada democracia, no es un escenario propicio para que el Acuerdo Nacional tenga viabilidad política. Las reformas del presidente tienen una alta carga ideológica de tendencia izquierdista que choca sustancialmente con los intereses creados de la dirigencia que se expresa en el congreso. No obstante, dicha propuesta del Acuerdo podría convertirse en un nuevo episodio de gobernabilidad, en el cual, los hoy opositores o independientes recibirán ministerios y altos cargos del Estado, a cambio de votar, morigeradas, las reformas en curso. Es decir, posiblemente volverán las mayorías a imponer sus consabidas reformitas con las cuales los ciudadanos nos quedaremos viendo un chispero; mientras en el congreso juegan a la política menor transada en la gobernabilidad.
Ni qué decir de las verdaderas necesidas de reformas esructurales que reclama con urganecia la Nación, las cuales pasan por los sistemas de justicia; del régimen político y electoral; y de los organismos de control; únicos remedios eficaces para salir del pantano de la politiquería y la corrupción.
En nuesto caso, ya veremos como se consolidarán las maquinarias recien conformadas para proyectarse hacia el congreso. De los dos bloques mayoritarios aspirarán a elegir cada uno un senador y dos representantes, mientras que los eventuales bloques alternativos aspirarán a elegir un senador y un representante, desde luego en condiciones de franca desventaja al estar fuera de las posiciones burocráticas que se repartirán en gobernación y alcaldías.
Como se observa, es posible que el Acuerdo Nacional propuesto por el presidente Petro, termine siendo una nueva frustración que consolidará la vieja política donde la clase dirigente esta apoltronada defendiendo sus intereses y privilegios, mientras los ciudadanos seguiremos esperando que el Estado funcione para el beneficio colectivo, donde se solucionen tantas inequidades sociales, la pobreza y la falta de oportunidades.
COLETILLA.- El CD y el uribismo huilense requieren con urgencia, una reingeniería política que sin mezquindades permita recuperar su lugar y liderazgo en el concierto regional.