Por: Harold Salamanca
Según Wikipedia los metaversos son entornos donde los humanos interactúan social y económicamente como avatares (personajes), soportados por plataformas lógicas (Software) en un ciber espacio, el que actúa como un mundo paralelo (metáfora) o simulación del mundo real, y lo que lo hace verdaderamente atractivo, es que en estos entornos, en principio no existen las limitaciones físicas o económicas del entrono real donde vivimos, pero cada metaverso puede darse su propia “regulación”, de acuerdo a los intereses de sus creadores.
El tema del metaverso no es nuevo, pero se ha puesto sobre la mesa a propósito del lanzamiento de la venta de prendas digitales, para los avatares, que ha lanzado Mark Zukemberg fundador de Facebook, con la cual espera recaudar mas de 9.000 millones de dólares en los próximos años. Esta noticia vista a la ligera no tendría por que despertar nuestro interés, pero sí analizamos los alcances del uso de esta tecnología, las posibilidades financieras y las afectaciones psicológicas que puede generar entre sus usuarios, vemos que se trata de un tema prioritario del cual debemos ocuparnos como sociedad.
En este mundo virtual, se están reproduciendo de forma intencional, con fines lucrativos y sin ningún control, las variables macroeconómicas que regulan el mundo real. Por poner un ejemplo: Se ofertan bienes digitales “exclusivos”, con alta demanda, que generan en ese mercado una escases artificial – virtual, que los hace costosos de adquirir, cuando es bien sabido que, en el proceso de creación y generación de estos bienes digitales, que no son otra cosa que datos o información, los costos asociados a su producción son muy bajos o no inexistentes. Entonces nos preguntamos: ¿Quién regulará estos mercados intangibles, multidimensionales e infinitos? ¿Qué necesidad hay de generar escases donde las posibilidades son inagotables e inimaginables?
La llegada de los metarvesos debe ocupar un lugar privilegiado en la agenda legislativa de los estados, desde el punto de vista legal para que quede reglamentado, que es lo que estamos “comprando”, la tradición de esos bienes virtuales y las transacciones asociados por la cantidad de recursos que se tranzan. Como sociedad debemos prepararnos para atender personas, especialmente jóvenes afectados por depresión, aislamiento y comportamiento solitario por el uso de estas plataformas tecnológicas. Esta realidad pone en blanco y negro un verdad sobre diagnosticada, la tecnología avanza a pasos agigantados, pero como sociedad avanzamos a paso de tortuga, de seguir así nunca cerraremos la brecha.
