Consideramos que deben disminuir el tamaño del Estado, que continúa burocratizado, sin que existan resultados benéficos para mejorar el bienestar de las familias colombianas. Es muy triste observar los dramas humanos que viven las personas cabezas de hogar, para encontrar una oportunidad laboral, que cada vez es más difícil, como lo reflejan actualmente los indicadores económicos del país y del ámbito internacional. Hasta los artículos de primera necesidad, se están volviendo inalcanzables para los hogares, que cada vez ven diezmados las posibilidades de alimentarse bien. A ellos no se les puede llegar con esa retórica barata que se escuchan en los medios de comunicación de los altos funcionarios y congresistas enmermelados que están aprobando esta absurda modificación de la estructura tributaria del país.
Por eso, el trámite de esta reforma en el seno del congreso de la república ha sido tortuosa. Ya se ventilan algunos vicios de ilegalidad, los cuales van a ser posiblemente objeto de sendas demandas ante la Corte Constitucional, que se convertirá en el máximo juez para su legalidad. En las plenarias del Senado y la Cámara, se hundieron los siguientes artículos: El impuesto del 20% para las iglesias; el 20% de la sobretasa al impuesto al consumo de energía del sector hotelero; se eliminó el impuesto a las pensiones de los altos funcionarios y del ámbito internacional. Fueron aprobados entre otros: se incrementó del 10% al 15% el impuesto a las herencias y sucesiones y las loterías deberán pagar 25% de ganancia ocasional; se aumentaron las exenciones del 4 por mil a las transacciones bancarias en las cuentas de ahorro de menos de 13 millones de pesos. Aunque existen otros artículos más nefastos que van en contravía del fortalecimiento de la dinámica económica del país, y por ende de la generación de empleo, en el próximo año, se espera una mayor escala alcista de precios en todos los bienes y servicios. Estamos en la era del cambio.