AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO
Craig Mokhiber, Director de la Oficina de Nueva York de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), ha renunciado a su cargo ante la evidencia de las masacres y del genocidio que se vive por parte del Estado de Israel, frente a los habitantes de la Franja de Gaza en Palestina, misiva de renuncia que ha sido silenciada por los medios de comunicación y por todos aquellos que patrocinan y fomentan todas las formas de genocidio y de terrorismo desde el Estado de Derecho de las potencias del Mundo, entre otros desentendidos de la realidad social y política por la que atraviesa el universo.
Este hecho llama la atención para quienes vemos con preocupación que una situación de legítima defensa, ha traspasado el ordenamiento jurídico, y se ha convertido en el principio de una situación que ante los ojos del mundo se circunscribe a afectar los derechos de una población, sobrepasando en forma ilógica todos los elementos propios de una confrontación bélica, repudiada de una parte en su momento, pero extralimitada con la complacencia de los Estados que apoyan, financian y están luchando por la guerra indiscriminada entre naciones, sin valorar el verdadero sentido de la convivencia universal, del respeto del derecho internacional humanitario, donde todas las justificaciones tienen cabida y tienen respaldo, sin mediar las consecuencias de vidas humanas que deban perder la vida en esta guerra que se vive entre Palestina e Israel.
“Le escribo en un momento de gran angustia para el mundo, incluidos muchos de nuestros colegas. Una vez más, somos testigos de un genocidio que se desarrolla ante nuestros ojos, y la Organización a la que servimos parece impotente para detenerlo. Como alguien que ha investigado los derechos humanos en Palestina desde la década de 1980, vivió en Gaza como asesor de derechos humanos de la ONU en la década de 1990 y llevó a cabo varias misiones de derechos humanos en el país antes y después de esos períodos, esta situación me afecta personalmente”, dice en su primer párrafo la carta anunciada de renuncia y es triste reflejo de una realidad vivenciada por el Comisionado mismo, desde las entrañas del conflicto.
Si, evidentemente la ONU, ha sido impotente, incapaz, y no tiene entre las propuestas, una opción o una sugerencia o un mecanismo que detenga el conflicto, que pueda aunar todas las fuerzas políticas de los países miembros, que luchen o activen mecanismos que avizoren una solución o una tregua para detener el avance de la confrontación, no olvidemos que la franja de Gaza es un territorio que tiene 5 kilómetros de ancho, por 40 de largo y donde se congregan aproximadamente dos millones de habitantes, por lo tanto, un atentado contra dicha zona, es realmente desastrosa y de impredecibles consecuencias en la mortalidad de sus habitantes.
Se dice en la misiva: “En tales circunstancias, nuestra organización está más llamada que nunca a actuar de manera eficaz y basada en principios. Pero no estuvimos a la altura de ese desafío. El poder protector del Consejo de Seguridad ha sido bloqueado una vez más por la intransigencia de los Estados Unidos, el Secretario General está siendo atacado por sus mezquinas protestas, y nuestros mecanismos de derechos humanos están siendo objeto de ataques calumniosos apoyados por una red organizada en línea que defiende la impunidad”.
Sin lugar a dudas la participación tardía y temerosa del Consejo de Seguridad, saboteada por el gobierno de los Estados Unidos y algunos países de la Comunidad Económica Europea, como Francia, Alemania e Inglaterra, dan al traste con una solución o un mecanismo que aproxime a la aplicación o implementación de mecanismos de defensa y de respeto por los derechos de unos y de otros en el conflicto. Es evidente la parcialización de estas naciones por el efecto devastador de Israel sobre el pueblo Palestino, y ello contribuye a acrecentarse día a día, con el silencio cómplice del genocidio que se vive hoy en día.
Ya lo había advertido desde un primer momento el señor Presidente de los Colombianos, cuando desde el momento del acto de provocación de los Hamas sobre el territorio israelí, permitió avizorar este desenlace y guardó silencio, simplemente advirtiendo lo que está sucediendo hoy en día, donde la respuesta de la agresión, ha sobrepasado los linderos de la razón y de la lógica en la guerra y según se anticipa, no se detendrá hasta que no se liberen 240 rehenes israelíes que tienen los palestinos.
“Al conmemorar el 75º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, haríamos bien en abandonar el manido mito de que la DUDH nació de las atrocidades que la precedieron, y admitir que nació al mismo tiempo que uno de los genocidios más atroces del siglo XX, el de la destrucción de Palestina. En cierto modo, los autores de la Declaración prometieron derechos humanos a todos, excepto al pueblo palestino. Tampoco olvidemos que las Naciones Unidas cometieron el pecado original de facilitar el despojo del pueblo palestino al ratificar el proyecto colonial europeo que se apoderó de tierras palestinas y las entregó a los colonos”.
Sin lugar a dudas, el hombre del nuevo milenio, es el hombre de la guerra, de la sinrazón, de la confrontación machista del imperio del poder, sin encontrar eco en la paz y en la convivencia universal, donde la fuerza y la posición dominante solo es posible en la medida en la que los imperios se unan a una u otra fuerza, antes que a la prevención o a la solución de los problemas de la humanidad, dado el negocio y los negociados que se dan en torno a la guerra, como forma de sometimiento de las economías, del poder y de la dominación de unos y otros sobre la fax de la tierra.
Este texto es de vital importancia en la comprensión de una política interna de defensa de los derechos humanos y de la connivencia con el crimen de lesa humanidad desde las entrañas de la misma ONU, y de todos los países miembros del CONSEJO DE SEGURIDAD, que nada hacen por detener este triste episodio histórico, que en cierta forma nos contagia y nos invita a conocer y repudiar en toda su dimensión.