Es sorprendente el aumento de casos de atracos y asesinatos que se están presentando en el país y que el departamento del Huila no escapa a esta tragedia que está enlutando a centenares de familias. Las autoridades a pesar de los esfuerzos interinstitucionales que desarrollan para contrarrestar este accionar delictivo, se ve desbordada por estos delincuentes, que se vuelven ingeniosos para cometer sus fechorías. Nuestro territorio se ha convertido en centro de operaciones de estos actores ilegales, que día tras día, están generando zozobra a las familias huilenses. Estos hechos no solamente ocurren en las zonas urbanas del municipio, sino que la zona rural se ha convertido en un escenario propicio para el cometimiento de estos actos violentos. Desafortunadamente la situación social y económica que padece la sociedad colombiana contribuye a fortalecer la inseguridad ciudadana.
Estos hechos violentos que han tenido lugar recientemente en algunos municipios huilenses superan cualquier lógica. Nos retrotraen a las peores épocas de violencia en todas sus manifestaciones y retroalimenta la percepción de inseguridad en la ciudadanía, aunque las estadísticas oficiales vienen mostrando notables mejoras en este frente, siendo un esfuerzo que merece ser reconocido, pero que, para la ciudadanía del común, no lo ve así. En todo caso, las recientes noticias divulgadas en los medios de comunicación regional bien merecen una alerta. Aunque las autoridades insisten en que los responsables pueden pertenecer a organizaciones distintas, hay un denominador común: la guerra por el control del narcotráfico es palpable en algunas zonas del departamento.
Lo más preocupante es que, pese a que estos casos han estremecido a la sociedad huilense, no son los únicos. A lo largo del año se cuentan por decenas el número de víctimas en hechos similares. En Neiva y municipios como Pitalito y Garzón y La Plata, son los más afectadas por dicho fenómeno. Y como se tratan de estructuras criminales, hacia allá deben enfocarse todos los esfuerzos. Estos municipios, deben lidiar a diario con fenómenos de inseguridad como crímenes, el atraco y el hurto callejero, por lo cual se encuentran en máxima alerta. El grado de sevicia con que se cometen estos delitos, ha disparado la percepción de inseguridad entre la ciudadanía. La gente espera que las medidas adoptadas arrojen resultados y que las acciones vayan en la dirección correcta: la desarticulación de sus estructuras criminales, perseguir sus rentas ilícitas e incautar sus bienes, entre otras medidas.
Sin duda alguna, la sociedad debe respaldar las medidas anunciadas para contrarrestar la inseguridad. Pero sus efectos inmediatos tienen que ser palpables y capaces de generar la convicción de que se avanza en la dirección correcta. De allí han salido anuncios para contrarrestar el accionar de estos grupos. El poderoso enemigo que enfrentamos hace indispensable estar a la altura del desafío.
