Por: Faiver Hoyos Hernández
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La ola de homicidios, algunos con características de sicariato y otros por falta de tolerancia, preocupa a Neiva, Pitalito y el Huila en general, más aún porque en lo poco que va del año, este 2024 refleja el más alto índice de sucesos con relación a otros. Los registros delictivos históricamente del Huila son protuberantes, sin embargo, genera escozor que este delito presente una curva con tendencia elevada, encendiendo así las alarmas de quienes están en la obligación de velar por la seguridad y proteger la vida de los ciudadanos.
Reconozco el esfuerzo de la Policía Nacional y Ejército, instituciones que afrontan esa cruel avalancha. La presencia de disidencias en alguna parte del territorio despierta intranquilidad. Los bien llamados grupos delincuenciales organizados hacen de las suyas y meten miedo. Les corresponde a los Alcaldes tomar medidas y ponerse al frente en los consejos de seguridad, diseñando estrategias que contribuyan a la prevención y mejora en la percepción, dado que una ciudadanía asustada no convive en armonía.
Operativos en la calle apenas ayudan a disuadir, más no a evitar el crimen. El bandido gambeteará los retenes por cuanto su contra inteligencia y perfil criminal, le advierte no asomar la nariz por las zonas en donde se instalen los controles. Es la ventaja que aprovecha el delincuente, quien siempre actúa a espaldas nuestras.
Una eficaz reducción a los hechos de violencia solamente podrá lograrse, cuando haya un Estado más equitativo. La desigualdad heredada de los malos gobernantes pulula y es cáncer que hace daño y mata. Las políticas de corte social son parte de la solución. Aumentar empleabilidad a los jóvenes, quienes reclaman mejores oportunidades es un primer paso. El Gobierno del Cambio ha dado importantes pinceladas tendientes a fortalecer estos horizontes.
Mantener programas inclusivos que toquen escenarios deportivos, culturales y escuelas servirá para ocupar el tiempo libre. En Israel por ejemplo existen los bien llamados movimientos juveniles, los cuales conocí en 2022, cuando desarrollé estudios Especializados en Seguridad Ciudadana con el Instituto Internacional de Liderazgo Histadrut. Allí los niños, niñas y adolescentes realizan diversas actividades en donde adquieren responsabilidades.
Ante las múltiples situaciones que puedan adoptarse, es claro que las autoridades merecen de la sociedad respaldo y respeto. La descomposición social abrió la brecha al crecimiento acelerado en algunas modalidades del delito (hurto, homicidio, violencia intrafamiliar etc.). Los expendios de alucinógenos convertidos en redes de microtráfico, son resultado del virus que se expande sin que haya un antídoto que lo cure.
Deben aumentarse los controles. La cultura de la denuncia amerita incentivos. Quien más que el ciudadano de a pie que convive en medio del problema, para que trabaje en llavería con el Gobierno de turno. De no cesar esta oleada, la impaciencia acabará porque cada persona active un sistema de autocuidado. No es llorar sobre la leche derramada, es hora de tomar medidas y diseñar un verdadero plan de seguridad.
