Diario del Huila

La columna de Toño

Jun 12, 2021

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¿Dónde sembrar la semilla de la palabra?

Por: P. Toño Parra Segura

La parábola, o comparación sencilla, fue siempre la forma pedagógica de hablar y de enseñar Jesús. Con ella impactaba a sus oyentes y les provocaba una respuesta.

Las comunidades primitivas las conservaron en la forma original, pero a la vez para sus aplicaciones surgían diversas explicaciones en una especie de colección de dichos de Jesús, que se conocía con el nombre de Evangelio de Tomás.

San Mateo en el capítulo 13 describe las siete parábolas del Reino, de las cuáles las tres primeras proceden de la tradición sinóptica y las otras cuatro son propias de Mateo.

Jesús es el Maestro, no de unos pocos sino de toda una multitud; su enseñanza no consiste en solo normas de comportamiento, sino en el anuncio profundo y misterioso de algo que debe ser sembrado en el corazón, cultivado en un terreno fértil para que pueda dar cosecha abundante.

La parábola del sembrador, tan conocida y predicada, es la más representativa de las que pronunció Jesús. Fue transmitida, aprendida y comentada en muchas comunidades cristianas. Parte de una situación real que refleja las técnicas agrícolas que se utilizaban en la Palestina de su tiempo. A la inversa de lo que sucede hoy entre nosotros, se sembraba antes de arar la tierra y así se explican los diversos terrenos en los cuales cayó la semilla: al borde del camino, piedras, zarzas y también buena tierra. También se tiene en cuenta que en la Palestina una cosecha del 7% era considerada como muy buena, y por lo tanto el porcentaje que anuncia Jesús hasta el ciento por uno, les debió caer exageradamente atractivo a todos los oyentes. Anuncia Jesús a sus discípulos dispuestos a ser tierra buena, la grandiosa cosecha final, les está diciendo: Ánimo, los graneros de la Iglesia van a estar sobrados, si se mira la realidad del terreno para que la semilla no se pierda.

Jesús manejó siempre su mensaje entre la acogida de sus discípulos y el rechazo de los fariseos; la palabra es para todos, y siempre es eficaz y abundante, esto es tan cierto que la única porción que no nació fue la del camino y eso porque las aves se la comieron. Aún entre piedras y zarzas tiene la capacidad vital de nacer, pero el fruto ya depende de la clase de terreno y de su cultivo.

En esta época, cuando se han mejorado las técnicas de la agricultura y se tienen todos los elementos para el cultivo bueno, sería interesante si ese mismo afán lo aplicamos a la Palabra de Dios, pero con la misma sencillez de cada persona, que si es discípulo de Cristo debe ser a la vez sembrador y semilla, porque debe haberla asimilado y cultivado con el Bautismo y demás sacramentos recibidos.

Reconozcamos a los ministros de la palabra, que si nos alejamos de la realidad del terreno, los pájaros de todas las corrientes religiosas se roban la semilla y la tierra. Bajemos el tono como Jesús al último nivel para que todos nos entiendan y si ratificamos la palabra con el testimonio, seguramente que la cosecha será grande para el sembrador y el dueño del cultivo, que se solamente, Jesús.

Tratemos de sembrar no importa el resultado, porque en boca de Ezequiel esa semilla no puede volver vacía sin producir frutos. Si nos toca preparar el terreno, mejor, pero s hay urgencia de siembra, el que lo hace con confianza nunca perderá el tiempo, porque semilla, terreno y sembradores cumplimos, simplemente, la misión de Jesús.

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