Diario del Huila

La columna de Toño

Jun 19, 2021

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“¿Por qué tanto miedo? ¿Todavía no tienes fe?”

Por: P. Toño Parra Segura

La única exigencia que hace Jesús para todos sus milagros es la de la fe.

Si la pedía a la gente común y corriente, mucho más a quienes estaba formando para continuar con su obra. Los invita “a pasar a la otra orilla del lago”, la iniciativa es de Él y esto les debía dar plena confianza en que no iban a tener ningún fracaso. Es cierto que la fe no elimina las situaciones de peligro, ni transforma nuestra vida en un paraíso terrenal, y en este aspecto nuestra vida no ha cambiado nada.

El miedo es herencia del pecado y Adán por primera vez lo experimentó cuando sintió que Dios lo buscaba y él estaba escondido entre las ramas de los árboles del paraíso.

Todos hemos sentido ese temor de que toda nuestra existencia no tenga más realidad que la de una frágil barca a merced del oleaje. El hombre dominado por este miedo ante la misma vida es incapaz de jugarse nada, de arriesgar nada por nadie, solo cree en lo que ahora tiene entre manos y solo confía en ese momento que vive. Es ese miedo de los discípulos el que merece el reproche de Jesús.

Este miedo es diferente, al que sentimos ante un peligro inminente que nos hace saltar, correr, escondernos como signo de supervivencia natural.

Muchos son las formas de ese miedo-cobardía.

Nos da miedo a pensar y a cuestionarnos; alguien lo dijo con verdad: “El hombre huye de sí mismo porque se tiene miedo”.

Cuando preferimos que todo está bien, que nada hay que cambiar o modificar nos refugiamos en una mentira y la pagamos caro.

Nos da miedo de hablar y de expresarnos; sabemos que decir lo que uno piensa provoca cierto malestar a nuestro alrededor y callamos, y con ese silencio avalamos la injusticia, la mentira y la hipocresía.

Nos da miedo a vivir la fe con autenticidad, a dialogar y exponer nuestro punto de vista.

Jesús vino a hacernos libres por la verdad y jamás se contradijo porque sus actuaciones correspondían a sus palabras.

Todavía en este siglo se le tiene miedo al 666, al fin de un año, a los pronósticos de las brujas, a las fuerzas violentas de la naturaleza y todo esto crea un miedo colectivo que invade aún las mentes esclarecidas. Nos da la impresión de que Jesús “se hace el dormido” porque no hemos entendido la presencia dinámica que nos da su Espíritu. Si la barca se hundía con ellos se hundiría Jesús, pero ellos no lo percibieron así y prefirieron increparlo con una frase de desconfianza “No te importa que nos hundamos?” El Maestro, que “puso diques al mar” los iba a dejar perecer?

La fe, dice Pablo es la “certeza de lo que no vemos, y la firme convicción de lo que esperamos”. Jesús antes les había reprochado que ellos no tenía fe ni siquiera “como un granito de mostaza”. Hoy la pregunta es para nosotros, en medio de las olas de violencia, de libertinaje, de huída de Dios, de arremetidas contra la divinidad de su Hijo, de injusticias de toda índole. Nos toca gritar otra vez porque no creemos, ni en Jesús, ni en nosotros mismos.

Afortunadamente si lo sentimos por dentro nos dirá en el corazón: como dijo al huracán “¡silencio, cállate!” y obtendremos la calma y el sosiego de la paz del Señor.

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