No hay cosa mejor en la vida humana que una buena noticia, sea espiritual o material y lo contrario también es cierto, cuando nos amargan la vida con sucesos tristes.
Jesús hoy en el Evangelio lo proclama abiertamente: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ungió para llevar la buena noticia a los pobres y proclamar el año de gracia del Señor”
Jesús es el “Verbo hecho carne” según las Escrituras y cumple a cabalidad todo lo que se había profetizado de Él.
Es en Nazareth, donde se había criado y en día sábado en la sinagoga donde hace con entusiasmo la proclamación de su Misión.
Podemos imaginarnos en el entusiasmo de la gente, al oír estas palabras con tanta seguridad. Todas las profecías llegaban a su término con este anuncio sencillo que hace el Maestro: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura”
Es grato para todos los cristianos, ser portadores de esta buena noticia de gracia y de salvación y que el mismo Señor nos ayude a ser fieles a ella y compartirlo en el mundo en que vivimos.
A las noticias de guerras, de atracos, de traiciones continuas, el Señor nos propone hoy, un cambio de conducta, ya que tenemos un origen divino y el encargo de vivirlo y de proclamarlo sin miedos y temores.
Todos formamos parte en la historia de salvación, sacerdotes y laicos estamos en el mundo para ser pregoneros de la salvación y esto requiere en todos, el entusiasmo y la valentía para proclamar la salvación que Dios nos trajo.
Si los tiempos son cada vez más difíciles, si la persecución a la religión es continua sobre todo en los medios de comunicación, nos toca a todos un esfuerzo mayor para que esas palabras del Señor se sigan cumpliendo en toda nuestra vida.
Cada bautizado está en la obligación de responder con amor y entusiasmo, al reclamo incesante que le hace el bautismo recibido y renovado continuamente en las eucaristías que recibimos.
El cambio es personal y urgente, no esperemos a que el Papa cambie, a que el Obispo cambie, a que los curas se transformen. A la hora de la muerte el Señor nos pedirá cuenta de lo que hicimos y de lo que dejamos de hacer en la vida.
Si las Palabras del Señor son “Espíritu y Vida”, nosotros que las oímos y leemos con frecuencia, estamos obligados a que se produzcan efectos continuos de cambio en nuestra conducta diaria. Que el Dios nos ayude a cumplir la buena noticia que nos trajo Jesús.