Diario del Huila

La cultura de la cancelación: intolerancia

Dic 3, 2022

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Amadeo González Triviño 

Hace algunos días decidí en otra de nuestras colaboraciones para el Diario del Huila, hacer referencia a la forma como las redes sociales tienen tal capacidad de distorsionar o de desinformar a los ciudadanos, que pueden en determinado momento generar una admiración o un repudio y rechazo general contra alguna persona, hasta el punto que se termina dándole características y desarrollando admiración por alguien que no tiene ni idea de lo que afirma o de lo que propone en las redes, o bien de desconocer a alguien que vale la pena. 

Esa experiencia la acaba de vivir el pueblo colombiano y se vive a diario, y es triste ver como esa admiración y ese reconocimiento por principios y valores que no se tienen, sigue campando y generando a toda hora y momento, un derrotero que no se compadece con la razón y lo que en últimas es el concepto, la opinión o la posibilidad de discernir y sostener elementos de juicio que nos permitan entender y comprender el entorno en el que nos movemos socialmente. 

En este proceso de trabajar o diseñar estrategias de difusión o de ofrecimiento de información para amigos, seguidores o personas que puedan centrar su interés en temas específicos, tales como la religión, la política, la cocina, el campo o la literatura, nos hemos encontrado con hechos que son sorprendentes y que nos permiten entender y comprender que somos un pueblo donde la tolerancia y el respeto, no tienen el más mínimo arraigo dentro de las comunidades y por el contrario, no desperdiciamos la oportunidad para estar buscando controversias o estar generando situaciones que antes que acercarnos, nos distancian y nos llevan a elementos de racionalidad de difícil comprensión. 

Es tan persistente esa intolerancia y la confrontación que se suscita a cada instante, que hemos perdido el respeto por el otro en la forma más alarmante, hasta el punto de que la opinión de cualquier ciudadano termina siendo una sentencia con la que los elementos del lenguaje y de la burla, tienen tal capacidad para arrasar, destruir o como dirían algunos, para dar de baja, a quien opine o diga algo con lo quien no se comparte una u otra idea de la vida o del mundo circundante. 

La polarización, la radicalización y la desinformación, son elementos que van unidos, van tomados de la mano, de tal forma que aquella frase que en determinado momento pudiéramos recomendar sobre cómo actuar frente al otro, que sería como afirmar, que lo que no es conmigo, no me interesa o lo que no me acerca al otro, no es de mi incumbencia o de que cualquier mensaje o cualquier idea, que no comparta, no tiene por qué ser la base de la diferencia, de la censura o del reproche, sino que por el contrario, debe servir para dejar hacer, dejar pasar o lo que es lo mismo: ignorar. 

Convoco a quienes tienen sus ideas, que las profesen con conocimiento de causa, que no nos volvamos replicadores de insensateces, que estudiemos y analicemos con precisión el dicho del otro, que busquemos acercarnos y no distanciarnos, que la época de la libertad de opinión y de pensar diferente está vigente y que por eso, no podemos proceder a retirarnos, a salirnos de los grupos, a huir de leer al otro o a los otros, y que si no los confrontamos, si los dejamos que digan lo que a bien tenga, terminarán por darse cuenta que sus dichos no nos interesan o no nos llaman la atención. 

La cultura de la cancelación o del “apague y vámonos” o “de la exclusión del otro”, no son la salida, y si el tema no nos interesa, no sigamos leyendo, como cuando iniciamos la lectura de un libro y si de entrada no nos seduce, lo dejamos y no lo volvemos a abordar. 

El gran mal que se propicia con la cultura de la cancelación es de tal magnitud, que quienes estamos perdiendo somos nosotros mismos, porque ello en determinado momento en el que nos sintamos víctimas de ese rechazo o que descubramos que el otro huye de nuestra ideas o conceptos, va a terminar siendo una forma de silenciarnos o de excluirnos de un círculo que, por el contrario, tenemos que extender para comprender, discutir y buscar consensos antes de confrontación o guerra. 

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