Diario del Huila

La educación después de la pandemia

Ene 24, 2023

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Por: Carlos Tobar

Estamos a días de iniciar el nuevo ciclo educativo anual en los cinco niveles que cubre la vida escolar de nuestros jóvenes: inicial, preescolar, básica primaria y secundaria, media y superior. Aunque se ha avanzado algo en preescolar, los niveles de mayor cobertura están en básica primaria y secundaria; en la educación media y superior hay avances importantes pero, tenemos faltantes significativos. En la educación inicial (de 0 a 2 años) la cobertura es muy baja.

El año pasado fue el primero después de la pandemia. La preocupación en las autoridades educativas era qué tanto había impactado en los estudiantes casi dos años de educación atípica. Un tiempo en el que con grandes limitaciones y carencias se trató de atender una masa de jóvenes enclaustrados en sus viviendas.

Las primeras conclusiones es que el daño es significativo. Miles de estudiantes presentaron estancamiento e incluso retrocesos en su proceso de aprendizaje. Resultado que era esperable. Sobre todo si se entiende que una disrupción tan fuerte exigía respuestas de cobertura y calidad que nuestro sistema educativo no tiene. Incluso en el privado que cuenta con mayores recursos por estudiante.

Con un sistema educativo que tiene históricamente faltantes de recursos significativos en su funcionamiento normal, aún en niveles de alta cobertura como la educación básica primaria y secundaria, la capacidad de respuesta ha sido insuficiente. Aunque no conocemos evaluaciones oficiales sobre el impacto del encierro pandémico, hay indicadores como los exámenes de evaluación institucional, las pruebas Saber, que reflejan esos resultados negativos.

Atender un proceso educativo complejo, agravado por la parálisis pandémica, así haya sido parcial (repito, sin saberse en qué proporción), exigía una respuesta especial con recursos adicionales. Esa situación no se dio. Se cubrió con el mismo sistema limitado que tenemos.

Las mismas limitaciones de formación docente, recursos para conectividad, ayudas educativas, alimentación escolar, transporte, vigilancia, etc. Sobre todo, sin un estatuto docente único que garantice los derechos básicos de un personal profesional que tiene la misión de formar en lo más avanzado del conocimiento a nuestros niños y jóvenes.

En este año, el primero del nuevo gobierno, se supone que muchas de las limitaciones, especialmente las presupuestales (que son el capital inicial de esta tarea) se van a subsanar. Aunque ya conocemos el presupuesto aprobado para el 2023 con los mismo desequilibrios del pasado, la anunciada adición presupuestal de los nuevos ingresos esperados, debe asignar un monto significativo que, en todos los niveles cubra los déficits históricos. Por lo menos esperaríamos que así sea en el de mayor cobertura, el nivel de básica primaria y secundaria, así como en la profesionalización y dignificación de la carrera docente.

Desafortunadamente, los anuncios aislados que se oyen en el Ministerio de Educación, no parecen estar enfocados en tal propósito.

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