Diario del Huila

La entrevista de Vicky, en Semana, y por facebook con La República

Mar 25, 2021

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Por: Julio Bahamón

Parapeto

Leí con interés, seguramente como todos, la entrevista que le hizo Vicky Dávila a Gustavo Petro que, la verdad sea dicha, me gusto por la forma en que lo fue llevando durante la conversación. Estoy de acuerdo en  que había que apretarlo pues era necesario  despejar dudas  sobre sus propuestas de cambio y, Vicky logro con sus preguntas poner al descubierto la condición populista del exmiembro del M-19.  Igualmente tuve ocasión de ver y escuchar, por Facebook, la otra que le hizo la sección económica del Diario La República, en la que materializo en  una extensa explicación las principales reformas que se propone hacer  en un eventual gobierno, en caso de ser elegido presidente de Colombia el año entrante. En la primera, de Vicky lo coloco contra la pared y lo fustigo por su condición de exmiembro del antiguo M-19. Sobre la segunda entrevista quienes tuvieron la casualidad de escucharlo pudieron observar, no podemos soslayarlo, a un candidato que se ha dedicado a meterse el país en la cabeza y como buen encantador de “serpientes”, trata de embrujar al ciudadano común y corriente. Es muy triste que no haya otra persona diferente a  Gustavo Petro que, con tiempo suficiente, pudiera contribuir en el debate para mostrarle al país cuales serían las  reformas y los cambios que ofrecen, enmiendas sobre  las que venimos hablando desde hace más de 30 años. Sin embargo, siendo muy claro, a Petro no se le debe subestimar;  hoy, hay que reconocer, es el más fuerte candidato de la extrema izquierda, y como tal hay que enfrentarlo escogiendo  un único candidato que surja de la coalición de centro derecha que posea suficientes conocimientos de los problemas que aquejan al país, supere al exalcalde en la formulación de las transformaciones que exigen los colombianos, un fuerte respaldo en la opinión pública  y abundante apoyo político para enfrentarlo en la primera y en la segunda vuelta electoral con vocación de triunfo. Con miedo no podemos ir a unas elecciones en las que se definirá la suerte de la democracia el año entrante. Gustavo Petro, lo afirmo, no es santo de mi devoción, pero no debemos atacarlo porque hiciera parte del M-19, grupo guerrillero  que se organizó en la década de los 70 y 80, banda subversiva que  fuera amnistiada con la firma del acuerdo de paz el 9 de marzo de 1.990 en el gobierno de Virgilio Barco. Contrario al farragoso proceso de paz firmado con las Farc en Cartagena en una fastuosa ceremonia a la que asistieron más de dos mil personas, evolución que no funcionó, la firma de la paz con el M-19 se llevó a cabo en una sobria ceremonia a la que asistieron, además del presidente Barco, apenas 50 personas en la vereda de Caloto en al Dpto del Cauca. Este acuerdo  funcionó desde su firma, pues la dirigencia del grupo insurgente acepto, 20 años después de rebelarse, que  la declaratoria de guerra hecha por el grupo insurgente no era la solución. El grupo rebelde dejo las armas y el Estado les garantizo la participación política a los combatientes y muchos de ellos ejercen desde ese momento la actividad partidista dentro de la legalidad. Centrándonos en el contenido y en las respuestas que dio el exalcalde de Bogotá uno puede advertir que los planes de Petro en su mayoría son gaseosos y ambiguos, nada claros, llenos de resentimiento hacia los sectores productivos del país y hacia la clase empresarial y profesional de Colombia. Petro deja ver  en la trastienda de sus fórmulas reformadoras que su gobierno será un gobierno atrabiliario y con fuertes inclinaciones hacia la expropiación de bienes y capitales con el San Benito de la igualdad social. Al sector agrícola le coloca una espada de Damocles cuando amenaza a los propietarios de las tierras improductivas que  podrían “negociarse y ser pagadas” con títulos de deuda pública, una expropiación disfrazada desde el punto de vista social. El deja flotando en el ambiente que mantuvo estrecha cercanía con el dictador venezolano Hugo Chávez, pero desprecia a Maduro porque Petro sabe que Maduro es un mandatario torpe e ignorante. No oculta sus simpatías a favor de  continuar la propuesta revolucionaria, Marxista – Leninista, siglo XXl que quiso imponer en nuestro continente americano su mentor el coronel Venezolano. Profundizando en aspectos programáticos Petro no nos  dice de donde sacara el dinero con el que piensa llevar a cabo su revolución estructural, sin embargo, aboga por la estatización de la banca privada. Es decir, anhela regresar a la oficialización del sector financiero proponiendo formulas regresivas como la de empoderar al banco agrario como fortaleza del sector productivo cuando el país tiene suficiente experiencia de lo que fue, en los años ochenta, la quiebra de los bancos públicos en manos del estado, lo  que obligo a Betancur a vender la banca oficial a los privados. Volver al pasado sería muy grave para el futuro desarrollo de Colombia. Finalmente, veo a Petro como candidato, calculador, caminado solo en un espacio despejado y a sus anchas y, observo, con preocupación, divagando todavía al centro derecha echando globos sobre a quién hay que apoyar, sin que nadie se atreva a  salirle  al ruedo e, incrédulo reparo que algunos de los precandidatos en ciernes, públicamente, le quieren sacar el bulto al Dr  Dr Álvaro Uribe Vélez, el gran elector. Ninguno de ellos, hoy por hoy, tiene garantizada el paso a segunda vuelta. De ahí, que sigo absolutamente convencido que el único que tiene un bagaje electoral probado es Oscar Iván Zuluaga con 7 millones de votos, de carne y hueso, contabilizados en la primera vuelta desde cuando se  enfrentó al salteador de elecciones Juan Manuel Santos, y ese dictamen le dará ventaja lógica y seguridad electoral, en la certeza de que al final esta cifra prevalecerá. Por eso lo digo, para mí no existe duda de que el Dr Zuluaga es la persona idónea para ganarle a Petro y para llegar a ser el próximo presidente de Colombia.

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