Durante mi adolescencia y juventud me dijeron que tenía vocación de liderazgo pero nunca me enseñaron a cultivarlo, desarrollarlo y potenciarlo.
Fui aprendiendo sobre la marcha, tratando de emular lo que veía en algunos de mis maestros y mentores, a veces con muchos errores que hicieron el camino largo y tortuoso. Durante este tiempo también recurrí a la lectura de libros especializados en liderazgo, biografías de grandes líderes políticos, deportivos y humanistas en la búsqueda del aprendizaje.
Después de mucho tiempo he comprendido que la principal virtud de un líder es la humildad.
Humilde proviene del latín humilis que denotaba conceptos como “bajo”, “de corta estatura”, “rastrero”, “que tiene sentimientos bajos”, “descorazonado”, “mezquino”. Con el advenimiento del cristianismo, la humildad empezó a ser apreciada como “virtud moral” – una categoría inferior a las “virtudes teologales “y “cardinales” del cristianismo- adquiriendo así una connotación más positiva que la que había tenido para los romanos (1)
La humildad en el líder es importante para:
Aprender.
Enseñar.
Aceptar los errores.
Saber escuchar.
Para comprender que en algunos momentos debe compartir el liderazgo y también ser un seguidor de alguien que tenga habilidades diferentes y conocimiento superior.
Para adaptarse a los diferentes medios.
Para poder reconocer las potencialidades del equipo de trabajo y compañeros.
La humildad es una cualidad que implica el desapego de lo material y la ayuda al prójimo, libre del egocentrismo; debe ser cultivada desde la formación en la casa, se aprende del ejemplo y la convivencia. En una sociedad cada día más competitiva, que aplaude las banalidades y donde el dinero, estatus social o fama son los intereses a perseguir, el cultivo de la humildad es el antídoto para poder contrarrestar este canibalismo.
P.D: quiero dejar esta pregunta como un motivo de reflexión: ¿qué tan humildes somos? ¿ cómo cultivamos la humildad en nuestra familia?
Soca Ricardo, El origen de las palabras, diccionario etimológico ilustrado, Rey Naranjo editores.
