Por: Luis Humberto Tovar Trujillo
Pasando por la Primera Lectura de la liturgia de ayer, donde se conmemora a San Onésimo, un esclavo prófugo, que se hallaba prisionero en Roma, me he encontrado después, ante la conmoción interior tan impresionante, por los niveles de degeneración de la condición humana, a tal punto de su autodestrucción, todo por la avaricia del poder político y económico.
La verdadera tragedia humana que se vive en Israel, pueblo de Dios, pero sobretodo, los hallazgos macabros en Estados Unidos, donde se encuentran involucrados dirigentes políticos, me invitan a reflexionar sobre la mención que se hace en el Génesis 6, cuando desde el proceso de la creación, el Señor vio la maldad del hombre, y relata el autor: “Al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra (producto del pecado original), y que todo su modo de pensar era perverso” (sic), los borró del mapa en el famoso diluvio universal, durante 40 días y 40 noches, la historia de la famosa arca de Noe. El castigo por la maldad humana.
Quiero hacer notar con esto; los niveles de perversidad del ser humano, que, desde la creación, nada le importó ese acontecimiento, sino que prevalecieron las consecuencias funestas del famoso pecado original, la desobediencia a Dios.
Esa escasa condición humana, ha llevado a los dirigentes políticos, sociales y económicos, a ignorar el sentido y la razón de su existencia, procurando que los enemigos del alma abunden en la sociedad, y que la avaricia y la ambición desmedida y pecaminosa, nos lleve a una situación tan baja y ruin, de eliminar desde su temprana edad y, posteriormente en escenas de tortura llegando hasta la muerte a sus semejantes.
“El hombre, un lobo para el hombre”, decía Tomas Hobbes, gran filosofo inglés, considerado uno de los padres de la filosofía política moderna; expresión que cobra especial vigencia, con los acontecimientos recientes, absolutamente degradantes del ser humano.
Lo grave de todo esto, referido a desaparición, violación, asesinato y extracción de órganos de niños, tortura adicional en adolescentes para beneficio de las grandes elites mundiales degeneradas, actores de cine, la pedofilia, donde se encuentran vinculados grandes políticos de todo el mundo, donde no se escapa ni el Vaticano, hablo del Estado, no del representante legal, de ese se encargará Dios, y El verá cuando se lo lleva a pedirle cuentas.
Da verdadero asco, una sociedad universal que por donde la toque inmediatamente sale podredumbre; hoy con vacunas o sin vacunas somo objetivo de esa putrefacción y de esa maldad infernal del ser humano. Todo por la fruta prohibida.
