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La política fiscal oculta

Nov 8, 2021

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¿Qué tan confiables son las cifras fiscales del país? Un signo grande de interrogación se cierne sobre ellas. Llevamos varios meses en los que el gobierno se ha limitado a pasear por todo el país la ley 2155 de 2021, haciendo su elogio. Ahora queda por contar el resto de la historia, a saber: ¿Cómo recibirá el nuevo gobierno las cuentas fiscales del país? Hasta el momento las cuentas adolecen de una gran opacidad. Vamos a presentar en este artículo dos ejemplos; aunque existen otros muchos.

En primer lugar: el déficit que se viene acumulando en el fondo de estabilización de los combustibles. Esto se debe a que el gobierno no ha reformulado la política de precios internos, a pesar de que a nivel internacional los combustibles fósiles vienen registrando una llamarada ascendente como no había precedentes. Varios países ya lo están haciendo. En la medida en que los precios internacionales aumenten y no se haga lo mismo con los domésticos, la diferencia va a engrosar el ya abultado déficit del fondo de estabilización.

Muchos observadores coinciden en que el precio del barril de petróleo podrá llegar a los $100 dólares en un plazo no muy largo. Al paso que el gas natural y el carbón andan por las nubes.

Según cálculos recientes de la Corporación Financiera Colombiana el déficit de este fondo ya alcanza los $7,6 billones. Y si siguen aumentando los precios internacionales como es muy probable e internamente no se hace nada, no es descabellado pensar que el déficit de este fondo llegaría a los 10 billones de pesos. O sea, este sólo descuadre devoraría 2/3 de lo que producirá la última reforma tributaria. Hasta el momento se trata de un déficit oculto, pero tarde o temprano saldrá a la superficie.

Estamos en la ruta de repetir lo que hizo en el pasado cuando se dejó aumentar calladamente el déficit del fondo de estabilización hasta que se tornó inmanejable. Subir los precios internos de los combustibles no es fácil, por supuesto, en las circunstancias actuales. Pero algo habrá que hacer para darle claridad a las cuentas fiscales. El gobierno ha guardado hasta ahora silencio sepulcral sobre este asunto. El ADN gubernamental consiste siempre en esquivar con el mutismo cualquier tema incómodo que aparece. Pero habría que explicar al menos hasta qué punto se dejará subir el déficit del fondo de estabilización, y cómo y cuándo se espera enjugarlo.

La otra maroma fiscal que le quedará al próximo gobierno por resolver es el costo de los alegres días sin IVA que -sin necesidad alguna- se reciclaron con la ley 2155 de 2021. Sin necesidad alguna, pues el comercio como lo informó el DANE está creciendo este año a una tasa del 21%. O sea, no necesita de esa inyección de adrenalina fiscal para reactivarse. Ya se está reactivando solo.

Además: estos extravagantes días sin IVA repiten los vicios que se había observado en anteriores jornadas. Lo que más se vende son electrodomésticos y computadores de alto valor unitario a los cuales no tienen acceso personas de menores recursos; la mayoría son importados y en consecuencia el apoyo a la industria nacional es insignificante; en gran parte no hacen otra cosa que anticipar consumos que de toda manera iban a hacerse; y, por último: se trata de un embeleco que entraña un altísimo e innecesario costo fiscal.

Según reciente estudio de Mauricio Cabrera el costo (lo que el Estado renuncia a recaudar por IVA) podrá ascender este año a $ 2,1 billones. No es poca cosa para beneficiar a un grupo reducido de consumidores y a grandes cadenas de comercios importadoras.

En el último marco fiscal de mediano plazo (MFMP) se dice que 2/3 del ajuste fiscal que se necesita lo hará este gobierno, pero que 1/3 de lo requerido se le deja de cortesía al próximo gobierno. Si a esto se le suman los nuevos déficits que están apareciendo -como los analizados en este artículo- el ajuste que tendrá que hacer el próximo gobierno tendrá que ser mucho mayor. Ojalá la nutrida lista de candidatos y precandidatos dijera algo. Es un tema incómodo para campaña, pero no puede eludirse.

PD: Seguimos siendo un país desentonado. Ahora vamos a abrir consulados en el Sahara occidental, pero no los abrimos en Venezuela.

 

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