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La tradición de los ‘años viejos de la cuarta’ en Neiva

Dic 31, 2021

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Diario del Huila, Ciudad

Por: Hernán Guillermo Galindo M

Fotos: José Rodrigo Montalvo

Hace más de 50 años inició en un sector del barrio Estadio la costumbre de elaborar monigotes y así quemar el 31 de diciembre las cosas malas y recibir con optimismo una nueva etapa de la vida.

El muñeco de año viejo es una antigua tradición que consiste en elaborar con ropa y cara un personaje público del año que termina, destacando sus rasgos, y luego quemarlo el 31 de diciembre a las 12 de la noche.

La incineración es para despedir las cosas malas y negativas del año que termina, borrar las tristezas y amarguras; y recibir con alegría, buenas energías y entusiasmo el nuevo año, explica Luis Cuenca, que nunca falla al ritual con la familia.

En Neiva hay un lugar especial donde encontrarlos cada diciembre. En la carrera cuarta con calle novena, barrio Estadio. Su elaboración es una tradición de vecinos de hace más de 50 años.

“Nos conocen como los años viejo de la cuarta. La gente ya sabe y vienen a buscarlos”, cuenta Luvin Araujo Osorio, quien con su familia está al frente de la antigua costumbre de gente del sector impulsada por la familia Gutiérrez, que todavía reside.

Hasta el creador de los muñecos tiene su propio año viejo.

Rito y costumbre

Los vecinos decidieron un día espontáneamente reunir fondos para la elaboración del muñeco y meterle pólvora, para quemarlo mejor. La idea era quemar en integración y diversión una etapa de la vida y recibir una nueva.

“Todo comenzó de manera rústica  y familiar. Las cabezas de los muñecos eran con bombas de globos de inflar, después con bombas de balones, un tiempo con olletas hasta llegar a la forma actual, más perfeccionada”, señala.

La confección es un trabajo artesanal más complejo de lo que parece, tanto que inicia después de agosto y septiembre “porque tiene mucho trabajo”.

Hacer cada uno toma entre 10 y 15 días. El esqueleto es en madera y a continuación se moldea la figura, se le pone el vestuario y se rellena con papel, que quema muy bien, más que el aserrín, y no se le echa pólvora.

“A la cara se le exaltan los rasgos que definen al personaje, hay que pintarla, dejarla secar. Normalmente no le echamos pólvora por los riesgos para los niños y porque la mayoría de los muñecos los queman en conjuntos y condominios”, explica Araujo.

Aunque lleva 30 años en la labor, dice que no lo hacen por negocio, sino casi que por hobby y por petición de los vecinos que reclaman no dejar perder la tradición barrial.

Los protagonistas de turno son quienes tienen mayor reconocimiento público en el año sea porque cometió un error, una embarrada, es polémico o falleció, como en esta ocasión Vicente Fernández, pero no está a disposición porque su muerte fue reciente dejando poco tiempo para armar el personaje.

“Están de moda el presidente Duque, siempre el ex presidente Uribe, buscan a Epa Colombia, al ex ministro Carrasquilla, el de la embarrada  de los huevos. No hacemos ningún personaje regional. Aunque a veces piden el alcalde, el gobernador o un funcionario no nos metemos en ese tema. Así no hemos tenido ningún problema”, señala.

El costo es entre 100 y 120 mil pesos, dependiendo de la complejidad del monigote. Hay gente que no valora las manualidades, el esfuerzo ni aprecia y reclaman que es costoso para ser quemado. Pero la mayoría mira, paga y se van satisfechos.

Cuenta que vienen clientes de toda la ciudad, de los municipios donde permanece la práctica de los desfiles de años viejos y los concursos y  hasta de Bogotá donde la afición por los personajillos es muy grande y extendida en el tiempo.

Como anécdota Araujo nos manifiesta que en esta ocasión el quemado será él. “Cada año le corresponde a un vecino y ahí estoy yo”, dice el hombre de 56 años, que el resto del año se dedica, en el mismo sitio, a la venta de piña y chorizos.

Adiós y bienvenida de año

En resumen, lentamente se acaba el 2021 mientras las familias preparan la tradicional cena, una tradición natural en la que juntos los miembros despiden el año y reciben el siguiente al calor del hogar con la quema de un muñeco a medianoche, justo el 31 de diciembre.

Es un ritual que simboliza la purificación y el alejar la mala suerte o las energías negativas del período del año que termina, con el fin de hacer el cambio de energía y recibir una nueva etapa de manera limpia y segura.

Este año los muñecos alusivos a políticos siguen siendo los más solicitados.

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