Diario del Huila

Llegamos a Pedernales, a orillas del mar pacífico

Ene 14, 2023

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Seguimos nuestro recorrido por el mundo y en esta oportunidad llegamos a un pueblo: Pedernales, a orillas del mar pacífico, donde a pesar del calor pudimos conocer de su cultura, su comida exótica y hacer lo que mejor saben realizar sus pobladores: pescar, aunque el pez saliera muerto.

DIARIO DEL HUILA, BORONDITO

Íbamos con mucha hambre, cansados y no teníamos ningún lugar para llegar a descansar, Google Maps nos decía que ya habíamos llegado a nuestro destino, Pedernales. Estaba por caer el atardecer, la mejor hora para estar en la playa, sin embargo, no lo estábamos, hasta que sí, gritos de alegría empezaban a sonar dentro del tractor, Habana, sin entender mucho, se unió a nuestra alegría, estaba a punto de conocer el mar y no lo sabía. 

Nos bajamos a disfrutar un poco de la playa y el mar. El sonido de las familias compartiendo, las olas rompiendo en la costa, Habana correteando cangrejos y el color rojizo que esparce el sol antes de esconderse hicieron el rato muy agradable. Fotos románticas de las dos parejas del Borondito aprovechando el momento fueron interrumpidas por el hambre y la «angustia» de encontrar donde dormir -la verdad esto no nos angustia mucho últimamente-. 

Fuimos en búsqueda de algo para cocinar, sin aun tener una cocina para esto, de todas formas, estábamos confiados. Pedernales es un pueblo pesquero a las orillas del océano pacifico, esta gente tiene muchísima fauna marina, esto hace que sea muy barato comer mariscos, lo descubrimos ahí, fue emocionante poder comprar langostinos por 1.5 dólares la libra, el dólar de 3.500$, además, añadimos algunas cosas más para acompañar la cena, intentamos comprar una caña de pescar, pero nos vieron caregringos y desistimos por el precio. Ya enmaletados salimos a ver que encontrábamos para dormir.

No recuerdo la razón por la que descartamos dormir en algún hostal, quizá estaba todo lleno o quizá estaba todo muy caro, cuando nos dimos cuenta estábamos buscando un lugar para acampar, vimos una playa a unos 15 minutos al norte del pueblo y decidimos coger hacia allá. Si no recuerdo lo del hostal, menos recuerdo porque no tiramos las carpas por ahí y nos acostamos a dormir, preguntamos en varias casas gigantes que había por la zona para saber si nos dejaban un espacio para nosotros, al final dimos con un patio enorme con piscina, un kiosco y una cocina. Apenas para lo que estábamos buscando. 

Armamos nuestras carpas, nos pusimos a cocinar y tomar unos guarilaques. Empezamos mal, limpiamos todos los langostinos por el lado equivocado y nos tocó repetir todo el proceso; de todas formas, la pasamos re bien, pero la dormida fue un infierno. A Maria del Mar le caían babas calientes de Habana que estaba agitada por el calor, el Gordo salía 50 veces a tomar agua, Valen y yo intentamos dormir lo más separado posible para no pegarnos con el sudor, es más, yo directamente abandoné la carpa en un momento para tirarme en la intemperie, los mosquitos aprovechaban cualquier apertura para picarnos, además en ese sitio no soplaba un maldito pedo. 

Al final, y como dice nuestro himno nacional, cesó la horrible noche y teníamos una piscina para podernos refrescar apenas abriéramos los ojos. Nos terminaron medio echando del predio, habían alquilado la casa y estaban próximos a llegar los inquilinos o algo así, el caso es que ya teníamos un nuevo destino: Canoa. 

La verdad solo conocíamos el nombre del pueblo, no sabíamos qué es lo que nos esperaba el destino. Había una playa que queríamos visitar y listo, seguir. Antes de salir de Pedernales hicimos una parada para contraofertar la caña de pescar y.…! la conseguimos por menos de la mitad de lo que pedían! 

No somos buenas para esperar

La mala noche y el hambre pasaban factura en la carretera, todos estábamos de mal genio. Al llegar a Canoa buscamos un comedor y nos mandamos el típico corrientazo costeño ecuatoriano -siempre el mismo, con ninguna variación-. Este consiste en: arroz, pataconas -saludos al poison-, pescado apanado -ni pregunte cual- y algún tipo de sopa. En ese momento sentimos la mala energía salir de nuestros cuerpos y dejamos que entrara el bloqueador, buscamos unas cervezas y nos fuimos a caminar por la playa antes de seguir.

En la caminata hicimos otra parada para reaprovisionarnos de cerveza, los señores del local nos comentaron sobre este cóctel famoso de la zona llamado «Uña de la bestia», básicamente huanchaca -aguardiente artesanal- con muchas hierbas -incluso cogollos de marihuana- que cambiaban su color haciéndolo parecer un licor de agua sucia. Lo teníamos que probar, compramos una botellita para más tarde y nos decidimos a seguir hacia algún otro pueblo para pasar la noche… ¿O mejor nos quedamos? Si, quedémonos acá, ta’ lindo.


Hicimos una pequeña búsqueda de lugares para quedarnos y coincidimos con Leo, tenía un espacio de camping en la playa con cocina y duchas y además tenía el «Leo bar, la mejor pizza artesanal de todo Canoa», perfecto. Nos instalamos, hablamos un poco y nos fuimos a pasar la tarde intentando pescar, pero lo único que pescamos fue un bagre muerto que encontramos a la orilla de la playa. Servía para la foto.

Al día siguiente nos despertamos con la 15ava tocada de una canción de Cedepa. Al parecer iba a haber concierto esa noche en la pizzería y para sorpresa de todos, el Gordo estaba grabando el audio. El tipo parece que se despertó temprano, negocio con Leo y para hacerlo corto: nos consiguió el hospedaje y un par de las mejores pizzas artesanales de todo Canoa, frase que se repetiría cada 2×3 en el toque de la noche. Ahí conocimos a Giussepe, un ecuatoriano que estaba obsesionado con los OVNIS, su trabajo era básicamente enseñarle a manejar Facebook a Leo, con eso conseguía comida y dormida, bastante bien. Para rematar nuestro día hicimos parte de un podcast que, la verdad, no va a ser publicado jamás.

Casi nos quedamos otra noche porque el Gordo iba a ser el nuevo cantante estelar de la pizzeria, el anterior solo sonaba bien después de un poco de postproducción. Lo rechazamos pues teníamos un poco de afán por irnos a conocer la playa de los Frailes en el P.N de Machalilla.

A decir verdad, ya estábamos bastante cerca, no la teníamos muy clara y llegamos a un pueblo muy turístico llamado Puerto López. Llegamos al anochecer y coincidimos con un feriado, estaba todo lleno, al menos por la parte turística. Intentamos conseguir intercambios, pero no hubo fortuna, los dueños no estábamos. Nos quedamos en el hostal de un tipo que se llama Luis, estuvo borracho todo el tiempo que estuvimos ahí, nos trató bien y nos enseñó un truco para combinar el aguardiente artesanal con dulces de mentas, sabía bastante mal.

El lugar estaba re bien, tenía lavadora y aire acondicionado, ya no nos acordábamos de que era esto, así que no tenía pierde. En labores de limpieza también encontramos a Joan y a Silvia, una pareja de catalanes que venían haciéndose un Borondito por Suramérica, igual que nosotros. Nos caímos bien muy rápido y salimos a cenar y a dar una vuelta juntos.


Bastante movida la fiesta, nuestros amigos adoptaron una perrita que tenía 10 nombres diferentes y Habana se levantó un negro al son de canciones de quiceaños y horas locas de matrimonios ¿Qué hiciste abusadora para que abusaran tanto de ti en estas fiestas? Nos llevaremos esta incógnita.

Volvíamos a casa, nuestros amigos seguían su camino al día siguiente hacia Machalilla, a unos pocos metros de los frailes. Nos convencieron de irnos con ellos, pero les dijimos que luego los alcanzábamos, la ropa tenía que secarse. De todas formas, podíamos ir a visitar a Los Frailes con ellos y volver donde Luis a dormir. Para ponerlos en contexto, los Frailes es una de los parques nacionales con las playas más hermosas y grandes de todo Ecuador. Su playa más grande tiene unos 3km de largo, luego les contaremos más.
Al día siguiente, cumplimos nuestra palabra. Lavamos ropa, nos acomodamos y salimos hacia los Frailes sin saber que tenía un horario de atención, hasta las 4:00. Era mucha ropa, ¡en serio! Nos toca despertarnos más temprano para hacerlo entrar en la próxima edición.

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