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Lógicas del recurso hídrico superficial

Abr 23, 2022

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Álvaro Hernando Cardona González

El agua indiscutiblemente es una necesidad humana. Para la vida y para la producción económica. Y el agua más fácil de obtener, es de las corrientes (ríos o quebradas) o de los depósitos (lagos, lagunas, ciénagas, etc.) superficiales. Porque claro que tenemos unas reservas subterráneas, pero son más costosas, su calidad es incierta, y dejarían de ser la reserva que tanto debemos cuidar.

El agua varía por muchas maneras; las más, porque varía el caudal o su calidad para consumo o aprovechamiento. En el primer caso, fundamentalmente porque como las demandas (necesidades) son crecientes, el caudal disminuye. Lo cual sobre todo se aprecia cuando el agua de las corrientes desemboca en otra o en el mar. En el segundo, fundamentalmente porque ya no solo es un cuerpo abastecedor, sino receptor de fluidos y residuos sólidos por la irresponsabilidad humana. Todo es efecto antrópico; necesitamos disminuir la demanda, disminuyendo drásticamente la población.

Las lógicas del recurso hídrico conducen a la protección ambiental sin hipocresía; por ejemplo, impedir ciertos usos de las aguas cuando abusemos del consumo y/o vertimiento, incluso domésticos. Por supuesto no siempre se podrá por la necesidad de asegurar el mínimo vital, pero hay que contemplarlo. La hipocresía se evidencia de muchas maneras: lo es  cuando las comunidades protestan para impedir la exploración petrolera, impedir la construcción de una hidroeléctrica o el implementar un gran distrito de riego (porque por los costos usualmente no son pequeños propietarios los beneficiados) pero nadie dice nada sobre los usos inveterados individuales o de acueductos sin concesiones y/o sin obras hidráulicas para el control de caudales. Lo hay cuando no se respetan los planes para el uso eficiente y ahorro del agua. Y cuando no se invierte en las partes altas de las cuencas o zonas de recarga.

Las experiencias en análisis de las disminuciones de ríos, quebradas e incluso lagos o lagunas, muestran muchas veces un irracional aprovechamiento de las corrientes hídricas.

El agua no se agota, la agotamos. Muchas veces en vez de hacer trasvases de cuencas y corrientes o evitando hacer distritos de usuarios para aprovechar de mejor manera los caudales, muchas veces por la frecuente costumbre de no hacer grandes pero necesarias inversiones o aplazando las soluciones estructurales a nuestros problemas, usamos los acuíferos en vez de ahorrarlos y reservarlos como recargas. Porque la mayoría de las veces, existe una interrelación directa entre las aguas superficiales y las aguas subterráneas; al estar el nivel freático por encima de la superficie de la corriente del río, las aguas subterráneas suministran agua al río y en caso contrario, si el nivel freático de las aguas subterráneas está por debajo de la superficie de la corriente del rio, es éste el que aporta al acuífero. Y claro que existe relación entre caudal de los río con las cantidades de precipitaciones atmosféricas.

Colombia debe proponerse coherentemente conservar sus fuentes hídricas. Urge proteger  páramos y nevados, y las áreas forestales protectoras de corrientes y depósitos de aguas; repartir más eficientemente los caudales aumentando las reglamentaciones de aguas y reemplazando las concesiones o dejarlas como excepción y temporalidad; inventariar los usos actuales y exigir con severidad las obras hidráulicas para el control.

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