Diario del Huila

Magda Cortés vive de manos y pies ajenos

Abr 6, 2021

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DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA

Por: Hernán Galindo

Su nombre es Magda Lucía Cortés Charry. Nació en Praga, Aipe, hace 49 años. Cuando cumplió 11, sus padres, que vivían en una finca, la enviaron a Neiva a casa de un tío para estudiar bachillerato, “para que tuviera mejores oportunidades y un futuro”.

Al poco tiempo hubo tres acontecimientos que le cambiaron definitivamente la vida. De uno de ellos se arrepiente, no con rabia, sino que lo acepta como dura lección de la existencia. Los otros le han dado felicidad y satisfacciones.

Bachiller, esposa y madre

El primer hecho comenzó a forjarse cuando apenas tenía 17 años y hacía bachillerato en La Normal, en el barrio Altico, donde hoy funciona el colegio María Auxiliadora, que tiempo después se volvería cruzar en su camino.

“Tenía 17 años y me enamoré de un vecino, Alain Peña, en el Quirinal. Me casé dos años después. Creo que me apresuré, era muy joven, inexperta. Tenía muchas cosas por hacer, conocer, disfrutar, pero bueno…”.

Ya casada, ingresó a Ciudad de Neiva para estudiar décimo, y quedó embarazada, lo que la obligó a aplazar el siguiente curso para cuidar a Juan Sebastián, que hoy tiene 28 años y vive con el papá.

A los 21 años se graduó y pasó a estudiar tres semestres de sistemas en Teledata, “que me gustaba, se me facilitaba y me iba bien en el aprendizaje”.

Prefiere trabajar a domicilio. Piensa que le va mejor

Prefiere trabajar a domicilio. Piensa que le va mejor

¿Y cómo es que termina arreglando uñas, de manicurista? “Porque a la casa iba una señora, Luz Helena, que las hacía y me empezó a insistir, a motivarme que aprendiera, que era un buen oficio. Que podía ganar mi propia plata y en caso de cualquier inconveniente me ayudaría a sostener”, recuerda la mujer, de piel trigueña, cabello negro y baja estatura.

Y así fue, le cogió el gusto. Se matriculó y aprendió en la Academia del María Auxiliadora donde ex alumnas enseñan, además, jardinería, modistería, sastrería y belleza integral.

En el arte de manicure

Magda estudió un semestre, todos los domingos de 2 a 6 de la tarde, para certificarse de manicurista y pedicurista y trabajar en adelante, desde hace 28 años, en el arreglo de las uñas de manos y pies.

“Al principio, me tocó llevar mis propias modelos, semanalmente, para practicar. Cuando salí, empecé a trabajar con vecinas y amigas, ellas me fueron referenciando nuevas personas y de a poco fue creciendo la clientela”, señala, mientras busca un elemento en el neceser que la acompaña a todas las visitas.

Porque trabaja a domicilio. Va de casa en casa. No le gustó, aunque le propusieron, vincularse a un salón de belleza para no cumplir horarios y no tener que separarse del entonces pequeño niño.

En la actualidad, calcula tener más de 50 clientes fijos en los distintos barrios de la ciudad, además de los ocasionales o turistas que ya la buscan cuando están de visita.

Con sus hijos Juan Sebastián y María José

Con sus hijos Juan Sebastián y María José

Se desplaza desde Virgilo Barco, donde vive con la mamá y María José, su hija de 10 años, en colectivo hasta donde le pongan cita, donde soliciten su servicio. “En moto no porque me da miedo. Ya tuve por ahí un chasco con un mototaxi”, comenta.

También teme a la inseguridad, aunque nunca la han atracado. “Soy católica, creo en Dios, en la Virgen, rezo el Rosario y les pido me protejan. Cada que salgo de la casa me encomiendo a ellos y ruego al Espíritu Santo que me favorezca e ilumine”.

Magda viste 8 uniformes antifluido: blusa, pantalón, medias y tenis, Y en la caja de ‘herramientas’ carga esmaltes para todos los gustos, removedor, alcohol, cortaúñas, lima de pala para callos, palitos de naranja y todo lo necesario para su labor, aunque recomienda que cada quien debería tener su propio kit personal de belleza y limpieza.

Trabajo honrado

¿Desde que inició a hoy se evidencia más vanidad de la gente en arreglarse? “Claro. Ha crecido el número de hombres, pero son muchas más las mujeres. En la demanda hay que tener en cuenta la condición económica de la persona, en qué se desempeña, la temporada, si viaja o asiste a eventos…depende”.

¿Hace falta más manicuristas en Neiva para la población y demanda de la ciudad? “Hay muchas que hacen el curso y aprenden, pero cuando empiezan o van a ejercer no les gusta, se aburren, por tener que arreglar pies. Pienso que se equivocan porque este es un arte bonito; o cómo hacen los odontólogos, zapateros, ginecólogos, por ejemplo”.

Y concluye: “La manicura y la pedicura son procedimientos casi habituales, como la limpieza de dientes y el cepillado del cabello. A los especialistas debemos encargar su cuidado”.

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