Diario del Huila

Media vida preparando asado huilense, tamales y lechonas

May 21, 2022

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DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA

Por Hernán Guillermo Galindo M

Fotos José Rodrigo Montalvo

Luz Marina Garzón es una mujer neivana de 62 años, que se dedica a preparar el delicioso asado huilense, receta que le aprendió a su compañero de viaje por cerca de 25 años, Jairo Artunduaga, un palermuno al que le decían “Cabuyo” por su color de cabello. Nombre que le pusieron posteriormente a su emprendimiento. Él falleció hace 8 años y ella sigue la tradición.

Luz Marina Garzón, en sus años de juventud, comenzó a laborar en la industria chocolatera. Trabajaba en Tolimax, en donde por cosas de su trabajo promocional, conoció al que fuera su compañero en la vida, Jairo Artunduaga, un palermuno que al principio no le llamó la atención, y al que apodaron “Cabuyo”.

Él, en cambio, se propuso conquistarla hasta que decidieron unir sus vidas y se fueron a convivir. De esa unión nació su único hijo, Jonatán, que tiene ya 30 años, es chef y reside en Estados Unidos.

Cabuyo falleció hace varios años, pero de él le quedó además otro legado. Este palermuno le había aprendido los secretos del asado a una tía, se trajo la receta para Neiva y le sugirió a Luz Marina que se dedicaran a trabajar en eso.

Vivian en un rancho en el barrio Ventilador en la zona suroriental de la ciudad, en principio ubicaron un horno de barro en el separador de la avenida de ingreso al sector, con el tiempo fueron dos. La petición de los vecinos hizo que así fuera.

Llegaron luego las medidas medioambientales y la construcción del SEPT para la ciudad, por lo que les prohibieron los hornos de barro y les tocó pasarse al horno a gas.

“Son 35 años ejerciendo esta profesión, y a la muerte de mi esposo, Jairo Artunduaga, creí que no podía sola, me dije, vamos para adelante y aquí estoy sirviendo a los neivanos y turistas que gustan de mi asado, los tamales o la lechona”, dice Luz Marina.

Ya son casi 13 años sin Cabuyo o Piolo, como le decían al final cuando su cabello colorado se puso gris.

Jonatán, el hijo, que vive en Carolina del Norte, sigue la tradición en el país extranjero, hace y vende asado, tamales y lechona.

Lo del trabajo para Luz Marina viene de familia, su señora madre, Maria Josefa, hacía arepas delgaditas y las vendía en la demolida galería central que quedaba en lo que hoy es la Plaza Cívica de Neiva.

Primeros pasos del negocio

“Cabuyo, propuso que hicieran un horno de barro móvil, lo instalaron al final de la avenida La Toma, pero de allí nos corrió sanidad por los malos olores en ese entonces. Nos trasladamos a Ventilador en donde residíamos e instalamos los hornos en el separador”, comenta la neivana.

Los secretos se los aprendió a él, cada quien tiene su secreto, la carne se sazona con ajo, cebolla, naranja agria, en algunos casos se le hecha cerveza, y en otras hierbas que son el toque personal. Lo fundamental es dejar la carne sazonada de un día para otro. El tiempo de asado con el gas se ha reducido a unas dos a cuatro horas.

Luz Marina comenta que la carne se la compra a las Brisas, al superior u otro proveedor. Usa pierna, y la costilla con su cuerito para que quede tostadita.

“Aquí se asa todos los días, en especial los fines de semana, por encargo y en temporada de fiestas, si se tiene que contratar personal extra unas ocho personas para asar, toca porque hay que preparar carne día y noche”, manifiesta.

Luz Marina es agradecida de la vida y de su clientela que es cautiva, tiene de Neiva, de todo el Huila, de Colombia e incluso llevan asado para Estados Unidos y España.  En el caso para fuera del país, la carne se empaca al vacío. “Tengo mucho turista dentro de mi clientela, vienen a la fiesta y se llevan la carne”, agrega.

En el anecdotario recuerda en los tiempos de estudiante de bachillerato en el Gabino Charry, que su mamá la cambió de colegio porque se iba y venía a pie con un vecino. “Solo por eso”, recalca y suelta a reír. Terminó como bachiller del Promoción Social y le gustan los idiomas.

Otros productos

 En temporada baja se ayuda haciendo tamales por encargo, y todos los fines de semana tiene el tradicional y el tolimense que cambian en algunos de sus ingredientes.

Ya tiene pedidos para las fiestas de colegios, empresas, condominios. Espera terminar sus días en su casa propia en Ventilador con su hermanita especial, Yolandita, que tiene 67 años.

En cuanto a los precios; la libra de pulpa está en $28.000 pesos y en $30.000 la costilla. Ofrece el servicio a domicilio a quien lo requiera.

Como mensaje le dice a la gente que sea trabajadora y ahora que viene el San Pedro, “que Vivan las fiestas”, termina.

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