El afán alcabalero del gobierno nacional no cesa en la búsqueda del saneamiento de sus finanzas públicas. De nada han servido las advertencias que han realizado algunos sectores de la producción y de la opinión pública, sobre lo nefasto que implicaría seguir sosteniendo un incremento mensual de los combustibles, que constituyen el 13% de la estructura de costos de producción en las organizaciones empresariales. Igualmente, las consecuencias negativas en la demanda interna en medio de las amenazas de una recesión que se vislumbran en la dinámica productiva el próximo año, cuando se empiecen aplicar la nueva reforma tributaria. Pero lo grave, es que el gobierno anunció la presentación de otro Proyecto de Ley para modificar la estructura tributaria del país. Se prevé que todavía faltan tres reformas tributarias en lo que resta del presente gobierno, así lo nieguen los integrantes del equipo económico de gobierno que se ufanan de estas medidas, según para ellos indispensables. Absurdo.
Sigue el continuismo del actuar de todos los anteriores gobiernos. Solo meterle la mano al bolsillo de los colombianos es la única forma para financiar todas las ideas, algunas lunáticas y contradictorias con la realidad social y económica, que se le han ocurrido a la presente administración. Crear nuevos ministerios y seguir aumentando la fronda burocrática para alimentar sus egos, se convierten en una estocada fatal para las familias colombianas, que cada día siguen su proceso de pauperización. Observen el continuo cierre de establecimientos comerciales en algunas unidades de grandes superficies de la ciudad, como una muestra de la crisis que se generan, porque las ventas se han disminuido.
Seguir aumentando los precios de los combustibles, junto con la implementación de nuevas reformas tributarias, se convierten en los principales detonantes del creciente inconformismo que se está gestando al interior de la sociedad colombiana. No queremos generar pánico con estas aseveraciones. Pero si las consideramos injustas en medio de esta crisis que se está viviendo. Recuerden que la paz total, no se construye en medio del hambre. Hay necesidad de buscar nuevas formulas para fortalecer los ingresos de la Nación. No solamente con impuestos se puede lograr.
Sin importar la frecuencia y el monto de las alzas, subir la gasolina en Colombia desata tanto descontento en los hogares como efectos en las tarifas del transporte, los precios de los alimentos y la ya de por sí galopante inflación. El equipo económico del Gobierno enfrenta el reto de encontrar el delicado balance entre la urgencia fiscal y los duros impactos sobre los hogares y las empresas. Es momento para que los técnicos del Ejecutivo ponderen y analicen soluciones creativas que mitiguen en simultánea el déficit financiero y el impacto en calidad de vida. No hay que seguir fortaleciendo el club de arrepentidos.
