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Jun 3, 2021

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El rostro oculto de la insurrección

Por: Julio Bahamón Vanegas

La historia  señalara a Juan Manuel Santos después de corroborar que su mamarracho de paz se convirtió, en menos de cuatro años, en un verdadero fiasco y en un detonante que le ha permitido al Castro -Chavismo adelantar, por las vías de hecho, la desinstitucionalización de  Colombia. El señor Santos  le sirvió en bandeja de plata a las farc  la ocasión para que, desde su gobierno y  desde la jurisdicción especial para la paz, JEP, para ser más exactos, tuvieran la  oportunidad unos, de dejar parcialmente las armas, y los otros, declararse en rebelión como  grupo disidente con el fin de continuar amenazando la estabilidad del país. Es decir, en el gobierno de Santos, hicieron la ley e hicieron la trampa.  Y se comió el cuento, el mismo, de que, firmando ese esperpento de paz, sería el nuevo caudillo colombiano. Parodiando el ensayo literario escrito por  los periodistas Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas, al expresidente Santos le cae como anillo al dedo la  calificación de creador del manual del perfecto idiota colombiano. Cada día que pasa se evidencia la intención perversa que conlleva el documento que el gobierno anterior firmo con la cúpula de la insurgencia. El boquete que abrió el acuerdo a favor de los rebeldes se constituye en un patente de corso para llevar al país, como lo vemos muchos, a un evidente estancamiento económico, caldo de cultivo para la intolerancia popular. Ya completamos 38 dias de paros y bloqueos y, lo que preocupa además de las ingentes pérdidas económicas de más de $28 billones de pesos, es el silencio del ejecutivo que no acude en apoyo de regiones tan importantes como el Valle del Cauca, el Caquetá, el Cauca y su capital Popayán, el Huila, la ciudad de Medellín, Nariño y Putumayo, entre otras zonas del país. No es delegando sus funciones constitucionales en alcaldes y gobernadores señor presidente Duque, es comandando y dirigiendo como jefe supremo a nuestras fuerzas armadas, dando ejemplo de valor y de autoridad como se debe conjurar la crisis. Se podría pensar que el acuerdo Santos – Farc contemplaba  organizar adicionalmente una coalición de  pérfidas fuerzas de izquierda para que fueran  lideradas por Gustavo Petro. Atando cabos y repasando la historia reciente de Venezuela y de Colombia, recordemos que fue a raíz de una revuelta similar a la que estamos padeciendo hoy los colombianos, que el expresidente Rafael Caldera  levanto del deshonor a Hugo Chávez y lo catapulto para que pudiese llegar a la presidencia de su país. Aquí en el nuestro, fue Juan Manuel Santos quien como presidente de la república desconoció, adrede, las  medidas cautelares de destitución proferidas por la Procuraduría General de La Nación contra Gustavo Petro para continuar en el ejercicio del cargo de alcalde de Bogotá, lo reintegró  por decreto, le   devolvió  poderes  victimizándolo. Las gracias no se hicieron esperar, y Petro amparado por Santos le reembolso el favor apoyándolo en la segunda vuelta a la presidencia de Colombia robándole la elección al Dr Oscar Iván Zuluaga. Santos igualmente amenazo al país, públicamente con esta revuelta, desde cuando derrotamos el plebiscito por la paz. Hoy se reúne sigilosamente con los líderes de las protestas y azuza desde su  residencia la comisión de toda clase de atropellos contra la población civil y contra el estado de derecho. El país debería despertar del soponcio en que se encuentra y reconocer la realidad de lo que acontece y el peligro que se cierne sobre el futuro de la Republica. A los voceros de la insurgencia se les vuelve la boca agua convencidos que los disturbios y el vandalismo son acciones que podrían hacer “trizas” al expresidente Álvaro Uribe, según lo afirmo recientemente el exmiembro del ELN, León Valencia.  Están convencidos que quemando al país acabarán con  Álvaro Uribe, pero sus verdugos podrán ver muy pronto  un fenómeno contrario, no tengo duda, que  el país  recobrará, más temprano que tarde, la fuerza moral y política de Uribe. El enemigo está en las antípodas de la seguridad democrática.  Está escondido, oculto como Santos en los pliegues del libreto anunciado  por  Gustavo Petro, el Castrochavismo de Maduro y Diosdado Cabello.  ¡A ver, si al fin aterrizamos!

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