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Peatonal de la octava de Neiva está convertida en mercado persa

Sep 28, 2021

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Diario del Huila, Comunidad

Por: Hernán Guillermo Galindo

El corredor para peatones, entre las carreras sexta y segunda, que atraviesa el Parque Santander, está invadido por toda clase de vendedores ambulantes, con derecho a trabajar, el problema es que no están cumpliendo las normas.

Otra vez transitar a pie por el microcentro de Neiva se hace cada vez más imposible. Aunque no es un problema nuevo porque no han podido organizar el mercado persa que se instala en la zona por cuenta de toda clase de vendedores ambulantes.

“Si bien es cierto que cualquier persona tiene derecho a trabajar, también es cierto que existen normas por las cuales deben regirse todas las personas para convivir en armonía”, manifiesta Lucinda Pascuas, ama de casa que anda en busca de una cremallera en el lugar.

Problema social

En general, la problemática social es en todo el centro de la ciudad, especialmente en las vías peatonales como la carrera quinta y la calle octava, de la que no ocuparemos en esta oportunidad por tratarse de un importante eje de tránsito de personas que se dirigen a sus oficinas, a hacer diligencias en la ruta o van y vienen a otras vueltas.

Y es que el recorrido peatonal impactado por las ventas se extiende entre las carreras sexta y segunda. Y comprende el Parque Santander, La Iglesia Colonial, la Plaza Cívica, junto a la Plaza de Banderas de la Gobernación, almacenes comerciales, restaurantes, droguerías, entre otros.

“Caminar o transitar se ha convertido en toda una odisea ante la cantidad de ventas informales que se han instalado en la principal calle comercial en este sector de la ciudad”, se queja Florinda Tapias, que trabaja en la Registraduría, en el edificio de Bancolombia, frente a un lugar donde la situación es más crítica.

Se estacionan vendedores de libros, de jugos, de gafas, de toda clase de mecato, de música, medias, ropa, calzado, frutas, tinto, cantantes y ‘culebreros’, etc, toda una locura de la informalidad., señala.

“Antes llegaban unos pocos, ahora ya son más los que se instalan en vías y andenes sin dejar que el peatón pueda movilizarse libremente. Si siguen permitiendo esto se llegará el día en que no puedan controlar la situación y sencillamente se adueñen del espacio público”, expresó otra ciudadana, Tulia Guerrero, quien vive en un edificio de apartamentos vecino.

Y tiene razón en que antes de la pandemia ya existía el problema social y económico, que se multiplicó después con las cuarentenas y aislamientos pues muchos neivanos no pudieron trabajar un largo tiempo y otras se quedaron sin empleo.

“Muchos no entienden que nos toca levantar la comida como sea. No hay trabajo y no nos podemos morir de hambre ni tampoco a la familia. Lo único que pedimos es que nos dejen trabajar, que no nos persigan”, señala Ludovico Bolaños, que arrastra una carreta cargada de mango biche.

“Aquí conviven el comercio formal e informal en un momento crucial en la llamada reactivación económica. Hay que rebuscarse la vida, pero a algunos les estorbamos. Qué hacemos”, manifestó Lisardo Chambo, que pide “nada de fotografías”.

Los días que más congestión se registra en este sector de la capital del Huila son los viernes y sábado, especialmente después de las 9 de la mañana, con hora pico de 4 a 7 de la noche, que es la hora cuando de a poco los habitantes se retiran con su mercancía a dejarla en locales de alquiles.

“Curiosamente, muchos sitios donde guardan todos los cacharros y artículos son entregados de locales establecidos, comercio formal, que a la vez son lo que muchas vecen surten a los ambulantes. Como no pudieron con la informalidad y la autoridad no se ejerce ni controla, pues decidieron negociar y que allá beneficios para todos”, comenta un hombre, que pide no ser identificado, que trabaja en el Palacio de Justicia.

Otros señalan que para la comunidad se vuelve imposible transitar pues también se exponen a ser víctimas de hurtos, “pues así como hay quienes llegar a rebuscarse la vida, también los hay quienes llegan a aprovecharse de los ciudadanos desprevenidos”.

Diario del Huila escucha a la comunidad

Diario del Huila habló con las partes, peatones, y vendedores, bajo la mirada de algunos funcionarios de la Alcaldía de Neiva, que hacen las veces de veedores del espacio público, aunque la verdad es poco lo que pueden hacer.

“El trabajo es evitar o prever que no haya invasiones de andenes y vías. Pero se ve tanta necesidad, la gente ruega que no los saquen ni les echen la policía y también a uno le da miedo sufrir alguna represalia o se arme un disturbio violento como ya hay referencias en el pasado con asonadas y rompimiento de vidrios y hurto de vitrinas”, responde un funcionario que no se identifica.

“Se puede encontrar el vendedor que ofrece la pomada para los callos o para lograr la felicidad o terminar los dolores de espalda, pero igual está el vendedor de helados o de refrescos que tiene en este comercio su clientela en especial por estas épocas de altas temperaturas”, señala Felio Torres, mientras camina raudo en busca de una cacharrería.

Nos toca salir a rebuscarnos, comenta Martha García, una vendedora de sandalias en uno de los puestos autorizados en la 8 entre carrera quinta y sexta.

“La pandemia nos dejó casi en la ruina y apenas estamos levantando. A duras penas hacemos para la comida”, dice con preocupación.

Al continuar el recorrido hacia el malecón del río Magdalena, que es la razón para haber convertido en peatonal la tradicional calle comercial de la ciudad desde hace varios años.

“La idea era que los turistas y locales pudieran llegar en un recorrido tranquilo y amable hasta la ribera del río, pero cada vez se hace más imposible por lo tortuoso del desplazamiento”; señala Luis Páez, mientras sube el volumen de la voz porque uno de los cantantes improvisados, con parlante al lado, casi no deja el diálogo.

“Que hagan cumplir la norma y que quienes tienen el permiso respectivo sean quienes trabajen aquí. La verdad uno no entiende que prolifere toda clase de ventas y vendedores sin ningún tipo de control, dónde están las autoridades”, es la queja.

Desde administraciones anteriores y en la actual se han ubicado unas casetas de color verde que son autorizadas y que de acuerdo a los mismos comerciantes pagan impuestos y están allí con todas las de la ley.

“Nosotros tenemos el permiso y los papeles al día, así que no veo porqué van a cuestionar que estemos trabajando aquí”, responde Carlos Pascuas mientras ofrece chancletas de todas las tallas. Que dejen trabajar y dejen la envidia”, sostiene.

Operativos si se realizan por parte de la Oficina de Espacio Público. Los funcionarios adelantan campañas en las que se corrobora lo de los permisos y cuál es la actividad autorizada.

La dificultad estriba en que tocaría tener un policía por cada ciudadano o comerciante, dicen.

“No es fácil, todos están con el argumento de conseguir lo de la comida. Claro que son varios los que tienen sus documentos en regla, pero alrededor proliferan otros que se rebuscan como dicen ellos mismos”, sostiene Rodrigo Cuenca uno de los funcionarios de la oficina municipal.

Peatonal de la octava de Neiva está convertida en mercado persa

El sector menos congestionado es entre la carrera 4 y 3.

Ojalá este siempre fuera el panorama en la calle 8.

Un sitio de convergencia es el parque Santander.

Ojalá este siempre fuera el panorama en la calle 8.

Así conviven los vendedores y comerciales e informales en busca del sustento.

Ojalá este siempre fuera el panorama en la calle 8.

Ojalá este siempre fuera el panorama en la calle 8.

Ojalá este siempre fuera el panorama en la calle 8.

La mayor congestión se vive en la calle 8 con carrera 3 y 2.

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