Por: Faiver Eduardo Hoyos
Al Pan, Pan…
A través de la historia Colombia se ha caracterizado ante el mundo por ser un país violento. La inseguridad siempre ha sido un dolor de cabeza para la ciudadanía y un “caballo de batalla” para todo político que desea llegar a un cargo por elección popular.
Desafortunadamente la falta de oportunidades reales se ha convertido en uno de los principales motivos para el aumento de la inseguridad. Un país que poco produce para exportar, con su economía quebrada, el desempleo por las nubes y con un nivel de corrupción por parte del Gobierno más alto que sus mismos logros, han convertido a nuestra nación en un país inviable provocando que la inseguridad y la pobreza aumenten de forma considerable.
Actualmente Colombia se encuentra sumergido en una de sus peores crisis de inseguridad ciudadana. La falta de seguridad paso de ser una percepción a convertirse en una realidad. No hay un lugar en el país por más remoto que sea, que no haya vivido este flagelo que hoy más azota a los colombianos.
Bajo estas circunstancias surgió una propuesta bastante polémica por parte de algunos Congresistas afines al Gobierno, mediante la cual pretenden flexibilizar el porte de armas en particulares promoviendo el derecho a la “legítima defensa” y de esa manera “tumbar” el Decreto 0155 del 2016 vigente a la fecha, el cual ordenaba la suspensión de los permisos para el porte de armas.
En algo estoy de acuerdo y es que evidentemente hay un problema gravísimo de inseguridad en todo Colombia, pero facilitarle armas a la sociedad civil no es la solución. No tiene ningún sentido creer que la inseguridad se terminara armando a la “gente de bien”.
Esta propuesta además de populista, es ineficiente. Es absurdo creer que la violencia se acabara con más violencia. Ya lo vivimos en el pasado cuando ganaderos, hacendados y otras personas de bien se armaron y crearon las famosas Convivir, los resultados fueron litros de sangre e impunidad total.
Pretender que los civiles se puedan armar para de esa manera combatir la inseguridad en las calles, solo deja en evidencia el fracaso por parte del Estado y su incapacidad de brindarle seguridad a sus habitantes.
La inseguridad en el país la deben combatir quienes están capacitados para ello, es decir la Fuerza Pública. Si nuestros Policías en vez de delinquir cumplieran sus funciones como corresponde, no tendríamos que estar pensando en armar a la ciudadanía para combatir la inseguridad.
La flexibilidad del porte legal de armas en particulares es inviable desde cualquier punto de vista. Colombia es un país violento por naturaleza, con una marcada falta de cultura ciudadana y muy intolerante ante cualquier situación por más mínima que sea, por eso promover este tipo de propuestas no solo son populistas, sino también peligrosas y una bomba de tiempo para nuestra nación.
El discurso guerrerista por parte de algunos Gobiernos que solo transpiran e incitan a la violencia debe parar de una vez por todas. Está comprobado que el porte de armas promueve más violencia, agrava las consecuencias de los enfrentamientos sociales e introduce un factor de desigualdad en las relaciones entre particulares.
En vez de proponer una Reforma a la Justicia de fondo, en donde se reforme el frágil sistema carcelario, están buscando crear un negocio con el monopolio de las armas. Que peligro mi país con esas propuestas tan desproporcionadas de quienes legislan. ¿Se imaginan la flexibilización del porte legal de armas para la sociedad civil en un país tan enfermo y retrogrado como Colombia?
