Diario del Huila

Ser excluido tiene público

May 11, 2022

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Por: Froilán Casas, obispo de Neiva

Los colectivos sociales y culturales cambian como cambian los tiempos atmosféricos. Lo que ayer se veía como malo hoy es bueno y viceversa. ¡Qué hombre tan volátil el de cultura hodierna! Matar a un perro es delito, matar a un niño en proceso de gestación es un derecho, ¡qué horror! Hoy mostrar ser excluido por razones étnicas, razones de sexo o de condición social, es rentable. Presento la discriminación ancestral y centenaria para que me acepten y, además, me declaro vocero de la justicia y, por supuesto, a combatir a todos aquellos que otrora fueron mis verdugos. El odio visceral resulta rentable en términos electorales; llegó el tiempo del desquite; so pretexto de los horrores del pasado, me tienen que aceptar y además, aprobar el odio y la nueva discriminación que ahora se presenta. El colectivo cultural tan tonto, se traga el anzuelo. El haber padecido injusticias en el ayer no me da ningún “derecho” a masacrar a los descendientes de aquellos que supuestamente acribillaron mis tendencias, mi etnia, mi cultura, etc. Los errores del pasado no tienen por qué pagarlos las generaciones presentes. Siguiendo esta secuencia, igualmente nociva como la precedente, entonces, ¿Por qué no matamos a los alemanes por las masacres de los nazis? Igualmente, ¿por qué no matamos a los españoles por los horrores de la conquista? Ese nuevo lenguaje de “excluyente” e “incluyente” encierra una más atroz discriminación, parece sutil pero es real. Hay gente que se excluye del núcleo social por su pereza, por su falta de iniciativa, por su holgazanería, por ser vago e indisciplinado, por ser irresponsable. Por favor, la exclusión o inclusión no se dan por decreto; la dinámica de la vida genera la exclusión o inclusión. Excúseme decirlo: Dios no creó el infierno; sin embargo, algunos no aceptan el plan de Dios en donde todos estamos llamados a la salvación; el malvado se excluye del cielo por voluntad propia, no porque Dios lo excluya.  Hablar de equidad de género hoy, es una discusión bizantina. Ayer sí había discriminación de la mujer (comprensible, por otra parte, en el contexto histórico y cultural), hoy es un tema que lo considero distractor de la verdadera realidad social que vivimos. A mí no me importa si quien gobierna es un varón o una mujer; me importa que sean personas solventes profesional y éticamente. Compita por la calidad, no compita por el sexo. Por favor, a mí la etnia no me da derecho a ocupar un cargo, me da derecho mis capacidades y mi preparación técnica y profesional. El pertenecer a un partido o una religión determinados no da ningún derecho: gánese la posición por méritos, por sus capacidades bien desarrolladas. Los privilegios de ayer no me dan ningún derecho a establecer nuevos privilegios hoy. No se trata de voltear la escalera, se trata de ponerla en posición horizontal. Los discriminados de ayer, exigen derechos, perfecto, pero, por favor, compitan honestamente y en igualdad de oportunidades compitan con calidad. Debe ser la calidad y los resultados los que posicionen a las personas, no el sexo, la etnia, el partido, la religión, la región, etc.

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