Diario del Huila

“Soy ama de casa y artesana”

Jun 18, 2021

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DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA

Por: Hernán Galindo

María Elena Perdomo de Trujillo empezó desde los 10 años a acompañar y ayudar a los papás, “andando para arriba y para abajo”, en la comercialización de materiales y artesanías. Por eso, estudió hasta cuarto de bachillerato, aunque se satisface de ser muy buena para los números y las cuentas, “tengo buena memoria”.

Resultado de esa época, hoy, con 78 años, tiene en su casa del barrio San Pedro un negocio donde no cabe un cachivache, trastos o vasija más.

Detrás de dos mostradores, llenos de ofertas, despacha Artesanías Mariela: cerámicas y artesanías en todos los estilos, ráquiras, chivas, tiestos para asar, braseros, hornos, hamacas, tambores, sombreros, se lee en un sencillo letrero en la fachada, junto a la placa de la dirección: calle 2 número 2-57.

“Este negoció empezó con mi papá, Régulo Perdomo, y mi mamá, Ignacia Quiroga. A ellos les gustaba mucho trabajar y especialmente, a ella, la artesanía. Íbamos al Tolima, a Natagaima, Belú, a todos esos pueblos a comprar tiestos, calabazos, totumos, ollas, todo lo necesario para la venta”, recuerda con claridad.

60 años de existencia

“Tiene en realidad 60 años porque primero el local estaba en la galería vieja, en la de teja. Fue muy bueno. Y aquí llevamos 42 años, también muy bueno. Es la casa matrimonial, que nos dio tres hijos y siete nietos varones”, manifiesta, sin ocultar la nostalgia de tiempos pasados.

“Como estudié y viví interna un tiempo en San Agustín conocía las artesanías de allá, de Pitalito, de Pasto y empecé a traer figuras sampedrinas, colombianas, que gustan mucho. Los morralitos, abanicos, los sombreros y otras cosas las arreglo y decoro yo, para el comedor y la sala.  También vendo utensilios para cocina y restaurantes”, afirma la mujer, en una muestra evidente de su habilidad para el trabajo y el comercio.

Y agrega con tranquilidad que “el negocio lo continuarán mis hijos. Uno que administra un local, paterno, El Turista, en el Pasaje Camacho, donde vende sombreros suaceños.  Y una hija que vive en Cali. Ella vendría a ayudar”.

Destaca que “vienen a comprar personas de muchas partes. Gente que me conoce, que quiere visitarme, clientes. Especialmente llevan turistas y gente que sale de viaje para dar recuerdos a las familias y amistades. Sobre todo, cosas pequeñas para regalar, ‘chivas’, casitas campesinas, morralitos, lo que más les parece curioso y fácil de cargar. Hay de todo, fino y más baratico…”.

“No me ofrecieron ser reina, me gustaba era el baile.  Con mis hermanos y hermanas conformamos el grupo musical La Orquídea, hacíamos parejas. En las fiestas la pasábamos muy bueno. La gente no era miserable, como ahora. El gobierno daba cajas de aguardiente y asado. Eran sampedros deliciosos. La gente muy amable, hospitalaria, alegre, generosa, había mucha unión”

Confiesa que le fascina, antes y ahora, las fiestas de San Pedro, “toda la vida, siempre las he disfrutado. La música, los bailes, la gente alegre, la comida, los desfiles, las reinas, las reuniones familiares y del barrio…muy bueno, para qué…”

“A veces para un San Pedro les digo a mis hijos tomemos un whisky, solamente dos o tres copitas puedo. Dice el médico: dos, máximo tres, entonces uno se controla. Aguardiente no porque sufro de azúcar. Y comemos carnita asada y escuchamos rajaleñas, muy bueno…”

En su negocio que atiende desde hace 42 años, vende artesanías y otras cosas.

Bendecida y agradecida

Es una mujer agradecida, no se queja de nada ni rezonga: “Gracias al Padre Celestial y a la Santísima Virgen por todo lo que me ha dado. Ellos son quienes me cuidan y protegen. Tengo mi casita, mis hijos educados y un nieto ingeniero que crie yo. Y también es fruto del trabajo y la dedicación. Las jornadas son de lunes a sábado. El domingo es para descansar. Desde las 9 de la mañana porque ya me he vuelto algo perezosa (ríe con picardía), aunque atiendo a la hora que venga el cliente porque para eso vivo acá. Yo soy artesana y ama de casa…”, afirma.

A María, nadie le quita lo bailado ni siente temor del futuro: “He pasado en la vida muy muy rico. Por eso, digo gracias Señor Jesús, cuando quiera que vaya a acompañarlo solamente es que me llame, de inmediato nos vamos a reunir. Pero estoy bien, bien, me siento bien, un poquito con problemas de los riñones, pero nada más…el de arriba me tiene con salud y sabe cuándo me lleva”, dice, mientras ríe con frescura y dulzura.

 

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